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Conflictividad en los planteles profesionales

Es necesario advertir que el conflicto, entendido como disputa ente los miembros de un grupo humano que genera óbices en los objetivos planteados, es inherente a todo proceso de formación de un plantel de fútbol.

Es necesario advertir que el conflicto, entendido como disputa ente los miembros de un grupo humano que genera óbices en los objetivos planteados, es inherente a todo proceso de formación de un plantel de fútbol.  El psicólogo de Belgrano de Córdoba, Julián Finizola, enumera las etapas constitutivas de un equipo: “conocimiento, conflicto, decantación y ejecución”.
En la primera, se produce el encuentro de quienes van a convivir durante la temporada de trabajo. Los “líderes naturales”, surgidos espontáneamente por cantidad de años en el club, por carisma o por “ser distintos”, guían al resto en los rituales particulares, aunque en época de pretemporada no llegan a establecer un contacto extrafutbolísticos que permita una convivencia donde se mezclen personalidades.
En esta nota, nombraremos algunos factores que inciden para que se produzca el conflicto inherente a cada plantel que se forma. Entender con exactitud los motivos por los que se produce, es tan ambicioso como proponer una fórmula mágica para solucionar los problemas en el mundo. No obstante se pueden nombrar factores diferentes que inciden en su duración, hasta pasar a la etapa de “decantación”.

Etapa conflictiva

Cuando los jugadores recién se conocen, se produce la tensión común que se da en cualquier relación humana, habiendo cuestiones intrínsecas que ocasionan distanciamientos y posicionamientos. Algunas personas tienen más afinidad con otras: por edad, por procedencia, por carácter, por ideales, por conveniencia, entre otros factores. Esto, determinará la química personal que se da entre cada uno de los miembros y con el equipo de trabajo.

En otro plano, a la misma vez, existen luchas de intereses dentro y fuera de la cancha. Surgen, de acuerdo a las motivaciones de cada uno de los integrantes: la capitanía, jugar en un puesto determinado, ser titular, ser amigo de un grupo de jugadores, percibir más sueldo, mostrarse para acceder a otro club o a la selección nacional, etc. En este aspecto, la comunicación del D.T con sus dirigidos será fundamental: “el D.T. debe preguntarle al jugador qué espera y qué necesita de él. Luego, el D.T. le manifestará al jugador lo que pretende de él, y así, podrán aunar criterios”, aconseja Finizola. No obstante, se corre el riesgo de que el D.T. termine siendo depositario de las diferencias de los integrantes  del plantel.

El resultado deportivo es, según Finizola, “causa y efecto”: puede producir el malestar interno o puede ser producto de él. Por eso, es un factor insoslayable y fundamental que determina el clima del día a día. Cuando existen diferencias en el seno grupal, no salen a la luz si los números son buenos. En cambio, si la situación deportiva no acompaña, se potencian y agravan los problemas en el vestuario. Esto, se suma a la intromisión de los medios de comunicación, que para llenar sus hojas o sus horas, sobredimensionan cualquier gesto o dicho.

Hay trabajos arduos que no llevan a los resultados esperados y viceversa, pero en ambos casos a corto o largo plazo esta labor se traduce en resultados negativos o positivos según la seriedad y el método con que se haya enfrentado el objetivo. A veces, un proyecto serio se traduce en una línea de tiempo extensa, de manera que influirá la capacidad de tolerancia que tenga el plantel, el D.T., y sobre todo la que tengan los dirigentes.

El liderazgo, es otro agente importante en la convivencia del grupo. La figura del líder, representada por un dirigente, el D.T. y algunos jugadores, es positiva en cuanto se rectifiquen los errores y cuando se potencian los aciertos que se produjeron en esa tarea de embanderar a un equipo. El liderazgo como tal, siempre termina siendo positivo.

Efectos negativos: separar al grupo en la búsqueda de su satisfacción personal, no asumir su rol, ser un mal ejemplo para el resto, etc.
Efectos positivos: aunar criterios, mejorar la relación humana entre los jugadores, dirigentes y cuerpo técnico, sobrellevar una crisis, quitar presiones, aportar experiencia en situaciones complejas, etc.

El desgaste en la relación puede ocasionarse no sólo por el fracaso en los propósitos, en ocasiones ocurre que por el hecho de ya haber ganado todo, los jugadores, D.T. o dirigentes mismos, buscan otros desafíos y no tienen la motivación de antaño.

Etapa trascendental

La clave superadora de la etapa conflictiva en cualquier plantel, está en la prevalencia de los intereses del equipo por sobre los individuales. Sólo de esta manera se pasará a la etapa de “decantación” donde el grupo creó consensos en las normas de convivencia, desarrolló rasgos identitarios y estableció una armonía interior que permite hacer frente a cualquier problema para no retroceder de etapa y poder trascender hacia la “ejecución”, donde se alcanza un vínculo difícil de quebrar, produciéndose la solidificación como grupo en el que todas las partes se comprometen a cumplir una función específica asignada en pos del objetivo final.

Labor del periodismo

Existen componentes psicológicos determinados por factores socioculturales e históricos. Se tejen retazos, formando una urdimbre compleja y multicolor inaccesible para los opinólogos, que con suerte ven un 30% de lo que ocurre realmente en la interna de un plantel profesional de fútbol, pero no dudan en sobredimensionar cualquier atisbo de conflicto, o si realmente existe alguna confrontación, la desnaturalizan de tal forma que no la dejan ver como parte de un ciclo normal ineludible.

Matías Perotti.

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