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Psicologia En El Futbol

Resumen
El presente artículo tiene como fin principalmente relatar una experiencia de trabajo como psicólogos en un equipo de fútbol de Primera División en Argentina. A partir de allí se desprenden cuestiones importantes como el papel del profesional en el grupo, como puede abordar las relaciones interpersonales, ganar y mantener la confianza con los jugadores, principales problemas que pueden presentarse, depresión, miedos, etc. Se realizarán sugerencias útiles para los que tengan la posibilidad de trabajar o ya están insertos en el medio; tanto para los psicologos, directores técnicos, preparadores físicos, etc. Finalmente se plantearán algunos puntos de discusión o debate con el objetivo de reformular y mejorar la propuesta.

Experiencia en un Plantel de Primera División Argentina:
Fuimos contactados por otro psicólogo del deporte que nos recomendó a un entrenador de un club chico de Primera División. Este equipo estaba luchando por salvarse de descender de categoría al Nacional B. Aunque en el primer encuentro, que fue en su casa, el entrenador parecía interesado en nuestro trabajo; tuvimos la impresión de que no estaba muy seguro sobre el tipo de servicio que podíamos brindar. Por ese motivo durante la reunión le explicamos (rol educativo) las diferentes posibilidades para el trabajo, particularmente el entrenamiento en habilidades psicológicas/mentales.
Su demanda inicial estaba relacionada con realizar una especie de diagnóstico (o despistaje) más clínico que deportológico con el objetivo de ayudar o apoyar a los deportistas que pudieran tener problemas (lo que nosotros llamamos, principalmente por la proximidad temporal del hecho, el «efecto Mirko Saric»). En las palabras de él, «quiero que los ayuden a resolver sus problemas, pero no me interesan los chimentos sobre lo que hizo y lo que no hizo, solo quiero que ellos estén bien». Sobre el entrenamiento mental acordamos que lo podíamos ir incorporando paulatinamente al trabajo. Por lo tanto, la puerta de entrada estaba más cercana a lo clínico que a lo deportológico. Este dato se puede tener en cuenta a la hora de desarrollar y presentar futuros proyectos.
Si bien desde el comienzo fue claro que no habría un acuerdo sobre honorarios, sí tratamos de conseguir un viático, cosa que al final no se obtuvo y esto retrasó nuestro ingreso a la institución aproximadamente un mes. Al respecto, suponemos que quería ver si podíamos establecer nuestro rol dentro del equipo y que quería evaluar nuestro trabajo y la reacción de los jugadores a él.
Nunca tuvimos una reunión con el resto del cuerpo técnico para presentarnos y explicar objetivos (esto es muy típico en el fútbol). Nos fuimos introduciendo a los demás asistentes (inclusive utileros) por nuestros propios medios.
Finalmente acordamos ser introducidos ante el equipo durante una concentración con el campeonato ya empezado (esto hizo que la planificación del trabajo fuera más difícil). Después de presentarnos al plantel, haber resaltado la importancia de lo mental para el fútbol y la vida en general, y sin habernos consultado previamente, el entrenador anunció que las reuniones eran optativas, que ningún jugador recibiría sanción alguna por no concurrir a ellas y puso la única condición de que quien empezara una reunión no se podía retirar hasta que finalizara. Inmediatamente un jugador con una importante trayectoria que recién había llegado al club (quien hipotetizábamos podría ser un líder dentro del grupo) y uno de los referentes más importantes del equipo se fueron. Respiramos aliviados cuando nadie más los siguió (aunque también fue un llamado de atención acerca de la ascendencia sobre el plantel de estos supuestos líderes).
En la primera charla hicimos una presentación sobre lo que es la Psicología del Deporte, sus diferencias con la Psicología Clínica, nuestros objetivos para el trabajo, y los pasos que íbamos a seguir. Explicamos los límites que impone el secreto profesional, clarificamos que éramos concientes que la confianza en nosotros solo se iba a obtener a medida que la relación se desarrollara y que nuestra intención no era ni criticarlos ni juzgarlos. Durante el encuentro aclaramos que la información que nosotros obtuviéramos (sea de entrevistas, tests u observaciones) sería utilizada para ayudarlos a mejorar el rendimiento y pusimos el énfasis en la idea de darles herramientas (de acuerdo con sus necesidades y capacidades) con este mismo fin.
Esto tenía como objetivos clarificar las metas de nuestro trabajo y bajar la posible sensación de persecución de que estuviéramos ahí para «buscar a los que tenían problemas». Igualmente, resaltamos que conceptualizábamos al deportista como un ser humano integral, y no como una máquina de la que se debe obtener mayor rendimiento. Quizás hubiese sido positivo que el cuerpo técnico se hubiese quedado en esa reunión introductoria, apoyándonos y demostrando el interés y la importancia de nuestro trabajo.
Acordamos con el entrenador que las reuniones se harían durante las concentraciones. Aunque claramente no era lo ideal no nos quedaron muchas alternativas. Esto tenía varias desventajas: no siempre concentraban los mismos deportistas, las reuniones eran un día antes de la competencia y se podía fomentar la idea de que estábamos para sacarlos del tedio de la concentración (para entretenerlos un rato y no para trabajar realmente) o para actuar como «motivadores» (función que ni era nuestra intención tener ni concordaba con nuestro perfil).
Los objetivos que establecimos conjuntamente con el entrenador para las reuniones siguientes fueron:
• establecer rapport y una buena relación de trabajo: que nos conozcan, compartir experiencias.
• introducir diferentes temas de psicología del deporte: manejo de la ansiedad, concentración, motivación, etc.
• realizar algunos tests (diseñamos una batería compuesta por tests psicométricos y proyectivos tanto clínicos como deportológicos).
• observar la dinámica grupal.

Pese a que, como señalamos, las reuniones eran optativas para los jugadores siempre contamos con una asistencia de más del 70% sobre el total de jugadores concentrados (18 generalmente). Esto tendería a mostrar que los futbolistas están interesados en contar con los aportes de la Psicología del deporte o que simplemente querían quedar bien con el entrenador.
Sostuvimos entrevistas individuales con casi todos los titulares. También realizamos observación de entrenamientos y seguimientos individuales en competencias. La observación de entrenamientos se vio dificultada por varios motivos: frecuentes cambios en la planificación (por ejemplo, hablábamos el lunes con el entrenador para averiguar donde y a qué hora se realizaría el entrenamiento del jueves y, al volver a hablar el miércoles por la noche, el entrenamiento del día siguiente súbitamente había sido cambiado de la mañana a la tarde) y los predios que utilizaba el club para entrenar quedaban lejos de Capital. Aunque nos dieron un carnet a cada uno para ingresar a la tribuna gratuitamente a ver partidos de local, éste no era válido en los partidos de visitante y varias veces pagamos entrada para asistir.
A medida que avanzó la temporada los resultados del equipo no fueron los esperados y fuimos otorgados, mediante diferentes excusas, cada vez menos contacto con el equipo, dejando trunca la posibilidad de pasar a la segunda etapa del trabajo. En esta etapa nunca fuimos tomados como una alternativa para colaborar en la mejora del rendimiento ni tampoco nos ofrecimos ni cambiamos nuestros objetivos de trabajo originales.
Finalmente, el técnico presentó su renuncia, poniendo fin a nuestra relación con el club después de 3 meses y medio de trabajo inestable/discontinuo (hubo semanas que no los vimos, viajes al interior). Rápidamente asumió otro técnico y no nos fue otorgada la posibilidad de despedirnos de los jugadores, ni de continuar el proceso. Sí pudimos realizar un cierre con el entrenador y su ayudante de campo, en la casa del primero, donde se mostraron conformes con el asesoramiento prestado. A lo largo de la experiencia no tuvimos ningún contacto con dirigentes (esto tuvo sus ventajas y desventajas, aunque probablemente más de las primeras).
Si bien la impresión general es que ocupamos un rol de consultores externos más que de miembros del cuerpo técnico (esto no era nuestra intención original), algunos aportes brindados al equipo fueron los siguientes: [El método de trabajo para algunos de estos aspectos fue mediante charlas y debates consensuar acerca de los siguientes puntos.]
• trabajo sobre la comunicación en competencia (ejemplo: delanteros que no soportaban malos tratos de los compañeros después de errar un gol; voz de mando en el equipo: en el área el arquero, decidir quien era importante que hablara en cada línea, etc.; la importancia de brindarse aliento y apoyo en todo momento; y la comunicación verbal y gestual desde el banco de suplentes).
• la importancia del reconocimiento de la falta de concentración en momentos decisivos y el compromiso de revertir la situación, a partir de pautas brindadas durante las reuniones, donde logramos que los jugadores elaboraran una estrategia para mantenerse concentrados durante los partidos.
• se logró la circulación de la palabra como prolegómeno de la circulación adecuada de la pelota.
• el cuerpo técnico valoró el aporte otorgado por el motorgrama de distribución de juego, que les posibilitó pensar cambios tácticos.
• el seguimiento individual de jugadores que confirmaba la impresión subjetiva del cuerpo técnico que ve al equipo completo.
En términos generales creemos haber dejado una buena impresión sobre las posibilidades de la Psicología del deporte en el ámbito del fútbol. Inferimos esto, entre otros motivos, a partir de los comentarios de algunos de los integrantes del equipo quienes habían tenido experiencias previas negativas y que, sin embargo, terminaron participando activamente en nuestros encuentros.

Percepción de la relación con el equipo:
La recepción a nuestro trabajo por parte del equipo fue despareja. Al respecto, se pueden dividir a los jugadores en cuatro grupos:
• los colaboradores/receptivos: participaban abiertamente de las reuniones. Dentro de este grupo había tanto jugadores con gran experiencia y líderes dentro del plantel como jugadores juveniles que se estaban ganando un lugar en el equipo.
• los opositores claros: como los dos que se retiraron y los que dejaron de asistir.
• opositores encubiertos: los que se «escondían», los que se mostraban colaboradores pero en el fondo no lo eran.
• los que no se la jugaban y estaban como expectantes.
La mayor parte de nuestros contactos se realizaron durante las charlas grupales donde tratábamos temas relacionados con el rendimiento deportivo (manejo del estrés y presiones, concentración, comunicación grupal durante los partidos, etc.).
Mientras que con algunos deportistas la relación era «hola-chau», otros nos saludaban en la platea o en la tribuna durante los partidos. Una vez finalizada nuestra labor, y habiendo cambiado el cuerpo técnico, un jugador con el que trabajamos sufrió una grave lesión, pudimos conseguir su número de teléfono y nos comunicamos con él.
Fue su respuesta lo que nos sorprendió, no solo agradeció nuestro llamado sino que preguntó por qué había cesado nuestro trabajo. Luego de ello manifestó que varios integrantes del equipo se sintieron decepcionados por no haber podido cerrar el proceso iniciado.

Percepción de la relación con el entrenador y cuerpo técnico:
• Creemos que el entrenador genuinamente tenía buenas intenciones, aunque no tuviera del todo claro lo que hacíamos, estaba dispuesto a aprender.
• No estaba 100 % convencido de nuestro trabajo en relación a la mejora del rendimiento deportivo.
• Estaban interesados (junto con el ayudante de campo y el preparador físico) en nuestro aporte pero pocas veces lo pedían explícitamente.
• Nunca esperamos que nos devolvieran un llamado, y de hecho muy pocas veces sucedió.
• Nosotros le ofrecíamos posibilidades y él las tomaba o dejaba (por ejemplo, el seguimiento en partidos). Debimos hacerlo más seguido, particularmente cuando los resultados deportivos eran negativos.
• Relación con demás integrantes del cuerpo técnico (médico, kinesiólogo, etc.): Fue aceptable aunque no se profundizó, no hubo tiempo para que la relación se desarrollara y que ganáramos su confianza. No pudimos realizar un trabajo verdaderamente interdisciplinario (por ejemplo, compartir la rehabilitación de lesiones, participación en el proceso quirúrgico de un jugador que debió ser intervenido).
• Faltó decisión de nuestra parte para «exigir» más presencia.
• Nunca tuvimos una oficina o consultorio donde atender o al menos algo para llamar «casa». Esto estaba relacionado con que el club no utilizaba un predio propio y variable entre diferentes lugares de entrenamiento.
• Nunca entramos al vestuario: por un lado difícilmente va a venir el entrenador a decirte «pasá» (o «pasen en este caso»), pero es un lugar interesante para observar al grupo interaccionando.

Sugerencias:
A partir de nuestra experiencia brindamos, en primer lugar, una lista algo extensa, aunque no exhaustiva, de consejos para el (o la) futuro/a practicante o para el profesional que ya se encuentra trabajando en el campo:
• Honestidad, ser genuino, no aparentar ser lo que uno no es y «soltarse» en los contactos con los jugadores, particularmente los informales, con esto se apunta a ganar su confianza.
• Desarrollar las habilidades comunicacionales. No asumir la postura de analista. Como continuamente resalta el Dr. García Ucha en sus presentaciones: el psicólogo del deporte debe ser experto en relaciones interpersonales.
• Altísima motivación intrínseca (más allá de que la posición sea remunerada o no). Van a existir situaciones que simplemente hay que tolerarlas y tratar de encontrarles aspectos positivos.
• Flexibilidad en:
o Horarios.
o Tipos de intervención.
o Tareas a desarrollar -por ejemplo, dar una mano al utilero si es necesario-, etc.
• Replantear objetivos en relación a una «emergencia deportológica» (por ej., malos resultados).
• Estar siempre listo (se pueden presentar pocas oportunidades para poder trabajar con la totalidad del grupo).
• Altísima disponibilidad. También es importante, particularmente en una primera etapa, el hecho de simplemente «estar ahí», para que los deportistas se acostumbren a la presencia del psicólogo como un integrante más del cuerpo técnico.
• Fomentar la demanda (siempre con tacto y timing adecuado). No esperar ser necesitado, actitud preventiva.
• Constante comunicación con cuerpo técnico (casi diaria). La actitud para adoptar podría definirse como ser «cálidamente insoportable». Aunque esto lleve a perseguirlos telefónicamente cuando uno no pudo ir al entrenamiento, el objetivo es mantener el contacto y estar al tanto de lo que ocurre en el plantel.
• No respetar a los jugadores más de lo necesario, no hay que olvidar que se trabaja con seres humanos y no con ídolos.
• Estar informado. Mirar T.V. (el programa «Fútbol de Primera» es un referente), reconocer a los jugadores por los nombres cuanto antes (al ser un club chico pocos jugadores eran conocidos). Leer diarios, puntuaciones de rendimiento, etc.
• Firmar un acuerdo/contrato de trabajo por escrito (aunque no haya un arreglo económico) para delimitar áreas de trabajo. El objetivo es dejar las cosas en claro desde el principio, aunque esto dentro de la informalidad del fútbol, y del deporte en general, resulte chocante.
• Supervisión del trabajo (con un psicólogo idóneo).
• Evaluar la experiencia periódicamente y después de que finalizó, esto lleva a analizar si se están alcanzando o no los objetivos (los del psicólogo más allá de los del equipo).
• No crear falsas expectativas sobre el trabajo. No prometer cosas que no se van a cumplir.
• El tema de la indumentaria es particular: no presupongan que les van a dar ropa de entrenamiento. Intenten clarificar esta situación ya que a veces pone en evidencia el tema de trabajar dentro del equipo o como consultor externo.
• Ser políticamente astuto cuando se contacta gente de la institución. Analizar como circula la información y quien puede ser relevante a la hora de tomar decisiones.
• Compartir la experiencia presentándola en un Congreso o en una publicación, ¿por qué no?

Consejos para entrenadores y/o deportistas:
• Si tienen un psicólogo trabajando, úsenlo, exprímanlo. No siempre va a dar en el clavo, ni esperen de él la verdad revelada, pero puede brindar aportes, con basamento científico, que pueden llevar el trabajo y nivel de autoconciencia / autoconocimiento / insight a un nuevo nivel (más profundo).
• Arriesgarse a que trabajen con ustedes (por ejemplo, en mejorar la comunicación con el plantel y la transmisión de los mensajes), por supuesto que este es un desafío que supone una capacidad de autocrítica importante.
• Involucrarse más con el proceso de trabajo del psicólogo, no «darle» el grupo y decirle «hacé lo tuyo» (o «hacé tu gracia»), sino saber realmente que es lo que hace.

Discusión:
Durante y después de la experiencia surgieron algunas cuestiones que pensamos podían ser planteadas como temas para debate o discusión. Aquí dejamos algunos puntos planteados. La intención es dejarlos sin resolución para que posiblemente sean analizados con futuras experiencias e investigaciones.
• ¿Cuánto se valora o qué compromiso genera un servicio por el cual no se paga? A la larga, ¿es un obstáculo o es parte del proceso de desarrollar el campo? ¿Sólo se respeta lo que cuesta? ¿Qué implicancias tiene el trabajo ad honorem en un ambiente movilizado por las altas sumas de dinero?
• Lo mismo cabe para el hecho de aceptar cualquier trabajo en cualquier momento (y en esas condiciones: una vez iniciada la temporada, sin planificación adecuada, etc.). ¿Es conveniente aceptar cualquier trabajo, en cualquier condición, a cualquier precio?
• Trabajar formando una dupla de psicólogos vs. el psicólogo trabajando individualmente. Al respecto resaltaremos tres aspectos que consideramos claves: comunicación, confianza y compromiso. Si bien algunos señalan que el número ideal es dos, no creemos que todos los profesionales se sientan cómodos trabajando en equipo con un colega, esto lo indicamos teniendo especialmente en cuenta que la mayoría de los psicólogos que provienen del campo clínico están acostumbrados a manejarse individualmente. También señalamos que es por demás interesante el análisis de fenómenos transferenciales y contratransferenciales.
• Los posibles cambios de roles cuando entra un psicólogo (en este caso fueron dos) a un cuerpo técnico ya constituido. ¿Qué dinámicas nuevas se generan dentro de ese subgrupo? ¿Qué conflictos surgen? Y más concretamente: ¿quién ocupaba anteriormente el rol de «madre» que escuchaba y mimaba a los jugadores? (siempre existe alguien en esa función) ¿Cómo se siente por este cambio de rol (aliviado, desplazado o amenazado)? Al respecto, se debe tener cuidado de pisar roles de otros que ya están establecidos y respetar dichos lugares.

Conclusión:
Finalmente, resaltaremos algunos puntos centrales:
• Definir objetivos propios antes de empezar y revisarlos a lo largo del proceso.
• Definir stándards de trabajo (límites – hasta donde voy a llegar – condiciones).
• Clarificar estos objetivos y límites de trabajo con cuerpo técnico y dirigentes.
• El trabajo interdisciplinario es fundamental en este proyecto. El estar asociado a un equipo que cuente con un médico, un preparador físico de suma confianza, hace el trabajo más llevadero y efectivo. Tengamos en cuenta que es el Profe quien pasa mayor tiempo con el equipo, es el hombre de confianza del plantel en la mayoría de los casos, por lo que el diálogo con él abre puertas de enorme valor para elaborar grupalmente.
• Valoración del espacio. Si esperamos que el ambiente deportivo, y futbolístico en particular, respete y valore nuestro aporte y nuestro lugar como psicólogos debemos empezar por revisar y clarificar nuestra postura al respecto.

Si querés obtener más datos sobre esta temática, como experiencia de la preparación psicológica al plantel de la Selección Argentina Sub – 20 durante el mundial de Argentina 2001 (miedo a perder, impacto de las desafectaciones, visualizaciones para el triunfo, etc.); suerte, cábalas, mitos y supersticiones en el fútbol; el retiro del futbolista; como emplear la psicología del deporte en el rol del entrenador; síndrome de “Burn-Out” (relacionado a la sobrexigencia) y el capitán del equipo y su función de liderazgo; solicitá el material sobre la 4ª reunión “Psicología en el Fútbol” organizada por el grupo EKIPO a www.grupoekipo.com.

* Compilado y redactado por Grupo Ekipo.

Bibliografía:
• Lic. Ariel Borensztein – Lic. Carlos Giesenow (Licenciados en Psicología, especialistas en Psicología del Deporte, Argentina); Trabajo originalmente presentado en las IIas. Jornadas Internacionales de Ciencias del Deporte, Buenos Aires, noviembre de 2001.

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