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La interacción

“Toda la interacción dotada de alguna estabilidad o regularidad asume un carácter organizacional y produce un sistema”. (Morín, 1990)

Aunque tradicionalmente se entienden las acciones de una relación lineal de causa-efecto, el concepto de sistema nos lleva a otro entendimiento o sea,  se deja de analizar los comportamientos de los jugadores como una acción para ser reconocida como una interacción. De acuerdo con esta lógica, la acción de un jugador influye en la dinámica del sistema y por lo tanto, en las intenciones y decisiones de los demás. Como se trata de un fenómeno colectivo, la acción es colectiva por lo que provoca en los demás y en sus relaciones (Kaufmann y Quéré, 2001).

Reforzando esta lógica, Vítor Frade (1990) reconoce que el fútbol es un juego de dinámicas cuya invariante estructural es la interacción. Partiendo desde esta perspectiva, el “juego” es un todo que resulta de las interacciones de los jugadores y por lo tanto, no debe interpretarse como una suma de acontecimientos aleatorios (al azar) porque se matricula en un contexto colectivo.

Con esta premisa, la toma de decisión no es abstracta porque tiene repercusiones en el contexto donde se inscribe. La decisión del jugador no se reduce a sí misma, tiene influencia (afecta) en la dinámica de las relaciones con sus compañeros, rivales y por lo tanto, en el contexto de la dinámica colectiva o sea, el juego.

Coincidiendo en este tema la “Teoría de Decisión Interactiva»6 muestra que la toma de decisión de un elemento influye en la forma como los otros elementos anticipan los efectos de esta decisión y, a partir de ahí, hacen sus elecciones (toman sus decisiones). La acción es interpretada y anticipada (se prevé) por los demás elementos, condicionando así el desarrollo futuro del sistema, o sea,  las interacciones.

Esta lógica nos hace reconocer que el determinismo causa-efecto  (Institucionalizado por el conductismo de Watson) no permite aprender los efectos de las decisiones en el sistema o sea, muestra una realidad distorsionada y carente de las relaciones y los efectos que cada comportamiento induce en la dinámica del “juego” porque el lenguaje, la comunicación visual, la gestualidad corporal, la sugestión, la imitación, las reacciones de cada momento del juego tienen repercusiones o efectos contextualizados.

6-Ganador del Premio Nobel de Economía en 2005.

Por lo tanto, la naturaleza del juego se caracteriza por la dinámica de las relaciones de cooperación de los compañeros del equipo para superar los propósitos del adversario y por lo tanto, los problemas que surgen en los equipos y jugadores son de naturaleza táctica (Frade, 1989; Guilherme Oliveira, 1991; La Garganta, 1997). A través de este concepto, resaltamos que  la idoneidad de la decisión es fundamental para resolver las dificultades planteadas por el adversario y por lo tanto, las exigencias colectivas e individuales que surgen participan, son táctico-técnicas.

Sin embargo, estas interacciones de los jugadores expresan la intención individual que es subyugada (sometida) a una idea colectiva, a una Intención  que Guilherme Oliveira (2004) llama “proyecto colectivo de juego”. A través de este entendimiento, reconoce que la naturaleza táctica del “juego” comprende o incluye una Organización colectiva que tiene repercusiones en toda intención y decisión del jugador y por lo tanto, en las interacciones.

Por lo tanto, esta Organización Colectiva se constituye en una globalidad/un conjunto o sea, en el todo y las interacciones de los jugadores son las partes que lo constituyen. Por lo tanto, las relaciones individuales, grupales y sectoriales son ordenadas por una Organización, como una ley que gobierna el mundo de los hechos (Kaufmann y Quéré, 2001). De acuerdo con esta idea, las decisiones de los jugadores resultan de los datos contextuales, pero son sobreconfiguradas por “reglas” colectivas que les llevan a optar por ciertas decisiones por encima de otras.

Para una mejor comprensión imaginemos un equipo que lleva a cabo la transición ofensiva a través de pases largos desde su mediocampo hacia adelante (hacia sus delanteros) y otro que en ese momento del juego, apuesta por una progresión  apoyada de la pelota. Como consecuencia de esta idea colectiva, los jugadores cuando ganan la posesión de la pelota optan por pases largos hacia adelante, mientras que los otros buscan fundamentalmente jugar con los compañeros más cercanos.

Así, las decisiones de los jugadores se suscriben en un sistema y por lo tanto una lógica de funcionamiento según la cual las acciones del juego adquieren sentido (Garganta y Cunha e Silva, 2000). De este modo se establece un sistema de valores y referencias que hacen que convierten las interacciones de los jugadores deterministicas, es decir, con una determinada Organización y por lo tanto, una configuración dada.

Esta configuración resulta de una idea de juego que el entrenador tiene para el  equipo y, por tanto, la forma cómo desarrolla las relaciones de los jugadores en diferentes momentos del juego. A partir de aquí el equipo expresa ciertas características y por lo tanto, una identidad.

Según Guilherme Oliveira (Anexo 1) “el juego debe ser un sistema de
interacciones” en el que “estas interacciones son creaciones nuestras para jugar de cierta manera”. Por lo tanto, se trata de moldear el sistema de interacciones para hacer brotar una unidad colectiva o sea, un patrón de  comportamientos de sus jugadores. Continuando con esta lógica afirma que: “para que un equipo juegue de cierta manera, hay interacciones pero para un equipo jugar de forma diferente, estas interacciones son diferentes”.

A raíz de esto, también afirma que es importante darse cuenta que condicionando y  “agitando” estas interacciones – en cuanto a las partes – se interfiere en una globalidad o sea, en la expresión del juego. Con este pensamiento, este autor da un ejemplo que puntualiza bien esta idea. Se refiere a la dinámica de tres jugadores atacantes que tienen una gran movilidad entre ellos y que caracteriza el comportamiento del equipo y los jugadores. Sin embargo, “hay uno de esos jugadores que se lesiona y el jugador que entra en su lugar es mucho más estático y, entonces la relación de este jugador, más posicional, con los otros pasa a ser diferente. Entonces, ellos tienen que interactuar de forma diferente de lo que interactuaban con el otro y si no tenemos esta preocupación, esta lectura, muchas veces creamos problemas en la relación de estos tres jugadores.” Por lo tanto, la dinámica colectiva refleja el cambio interactivo estos jugadores.

De este modo, las interacciones del juego resultan de las relaciones de los jugadores y que deben ser modeladas para hacer surgir la dinámica colectiva que pretende o desea. Por lo tanto, las relaciones e interacciones de los jugadores caen en una Organización Colectiva, es decir, una lógica que contextualiza estos comportamientos.

 

3º Situación de 11×11 en medio terreno, solo posicional, es decir, para
recordar algunos aspectos a desarrollar en el partido que fueron abordados a lo largo de toda la semana como: salidas cortas, circulación del balón a lo ancho y  entrada por las laterales, transición ataque-defensa (en el sentido posicional y el equilibrio), aumentar la profundidad del equipo.

 

 


Extractado de “EL DESARROLLO DEL JUEGO, DE ACUERDO A LA PERIODIZACIÓN TÁCTICA” – Marisa Silva

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