Cesana E, López Papucci S, Matelica JP, Gallara A, Muraca A, Palmieri S, Juarez R.
Centro de estudios del fútbol GrupoEkipo de la Universidad del Gran Rosario.
Revisión bibliográfica narrativa.
Resultados preliminares. Noviembre – 2022
Introducción
Numerosos entrenadores del ámbito del fútbol han observado y anticipado la extinción de los jugadores creativos. El fútbol ha sido empobrecido en su juego, por un lado, por abusar de métodos de entrenamiento demasiado analíticos, mecanicistas y descontextualizados y por otro, por conceptualizar exageradamente este deporte. Esto ha llevado en muchos casos a jugadores y equipos muy predecibles y demasiado estructurados en sus comportamientos.
El fútbol Argentino y Sudamericano ha generado históricamente jugadores creativos, aunque esto se ha atenuado en las últimas décadas. Es necesario promover entornos de aprendizaje de la creatividad en el marco del entrenamiento en nuestros tiempos, así como en acoplar jugadores creativos para generar equipos creativos. Sin embargo no queda claro cómo llevarlo adelante en la práctica debido a indefiniciones y desacuerdos en torno a las concepciones de la creatividad en el fútbol, así como fundamentos teóricos que la sustentan.
En este sentido, nos proponemos como principal objetivo construir un marco conceptual en relación a los entornos de aprendizaje que favorecen la creatividad en el fútbol. A su vez, como objetivos secundarios nos proponemos, explorar tensiones entre el paradigma cognitivo y ecológico sobre la creatividad en el fútbol; reflexionar sobre recursos metodológicos para el entrenamiento de fútbol a partir del marco conceptual sobre los entornos de aprendizaje que favorecen la creatividad; y establecer principios para el desarrollo de prácticas de entrenamiento.
Materiales y métodos
Se realizó una revisión bibliográfica narrativa. Para ello se revisaron, bases de datos de manera no sistemática tales como Medline, IBECS y Lilacs a través de Pubmed y de la Biblioteca Virtual en Salud; así como motores de búsqueda tales como Google Académico y Dialnet. Se seleccionaron los textos con la premisa de que aborden las categorías teóricas troncales para responder a los objetivos del estudio.
En simultáneo a la revisión de la literatura, se realizaron reuniones semanales entre los participantes del equipo de investigación, con el fin de discutir, analizar y sintetizar la información recuperada en pos de desarrollar los objetivos planteados. Los encuentros tuvieron modalidad híbrida, y contó con la participación de un equipo de profesionales del ámbito del fútbol. Todas las reuniones fueron grabadas para su posterior análisis. El proceso de búsqueda bibliográfica y los encuentros se fueron estructurando de manera interactiva e iterativa hasta alcanzar la saturación teórica.
El material producido en las reuniones y los textos recuperados fueron analizados en etapas de codificación con el fin de identificar categorías teóricas sobre las cuales integrar el tema de estudio. De dichas categorías se realizaron descripciones, y se establecieron relaciones. Finalmente, se redactó el presente manuscrito de manera colaborativa entre los participantes.
Paradigma cognitivo-clásico
La psicología dominante y “mainstream” a la hora de pensar el deporte, y el fútbol, es la cognitivo-conductual, hoy transformada en neuropsicología gracias también a una versión “mainstream” de las neurociencias: la Neurociencia Cognitiva (Pérez Álvarez 2011 y 2021). Pareciera que en esta unificación entre lo “Neuro” y lo “Cogni” la mente y el cerebro pueden prescindir del cuerpo en todo salvo en su función de soporte biológico.
Desde esta perspectiva dualista el cerebro y su supuesto producto, la mente, se pueden entrenar de manera aislada de cualquier tipo de contexto o entorno y prescindiendo en mayor o menor medida del cuerpo. Esto da lugar a dos contra-hipótesis: el cuerpo es un actor clave en la cognición y de la cognición. Por ende, no entrenamos una mente por un lado y un cuerpo por otro, que luego se encastrarían como engranajes en el marco de la acción motriz y decisional, sino que entrenamos un futbolista que, gracias a poseer un cuerpo incrustado en un entorno puede desarrollar facultades mentales poseyendo el cerebro un rol muy importante en este proceso, pero insuficiente sin su articulación con el acople entre cuerpo y entorno.
Llamativamente, mientras que las metodologías contemporáneas de entrenamiento futbolístico se fundamentan desde el paradigma de la complejidad y los sistemas dinámicos, el uso de la psicología sigue siendo de corte netamente cognitivo-clásico (López Papucci 2021). Mientras el entrenamiento analítico pierde terreno o se integra de forma articulada a un entrenamiento donde lo global es el eje principal, se sigue pensando “lo psicológico” desde esta lógica que en fútbol está perimida: por ejemplo, “entrenando” la concentración de manera aislada como si fuera una capacidad condicional a la manera en que, bajo otro paradigma, la preparación física aislaba un bíceps en un curl. Pensar las facultades psicológicas del futbolista de manera analítica, se contrapone a las metodologías actuales de entrenamiento.
Este ejemplo también da cuenta de otra particularidad en el anacronismo de la psicología cognitiva con el fútbol: para la optimización del futbolista difícilmente hoy se entrenen músculos aislados del resto, más bien, lo que se entrenan son cadenas musculares en sinergia con un movimiento específico del cuerpo como un todo (Seirul.lo 2017). Las facultades mentales que requieren la práctica del deporte entonces no pueden ser “entrenadas” (si esto fuera posible) en aislamiento y como cosas en sí. No podemos dar por sentado la existencia de un módulo “atencional” que se conectaría con otros módulos en un esquema de la mente que avanzaría un poco más que el cognitivismo clásico, el conexionismo, pero que seguiría ignorando el cuerpo como un todo y su ubicación en un contexto (Varela, Thompson y Rosch 1992).
El Cognitivismo tal como lo conocemos hoy, es decir, de la forma en que se ha divulgado su sentido, se apoya en una hipótesis fundamental: la mente opera con representaciones a la manera que un ordenador (o computadora) lo hace con símbolos. Paul Thagard en su manual “Le Mente. Introducción a las Ciencias Cognitivas” (Thagard 2008) llama a este núcleo conceptual Modelo Computacional – Representacional de la Mente (MCRM).
Sostener que el cerebro opera como un ordenador no es una metáfora, como se ha querido hacer creer cuando este modelo ha chocado con límites más que evidentes, sino más bien toda una hipótesis de investigación. De hecho, cabría recordar que la palabra “Modelo” implica una aproximación hipotética, no una descripción de lo que sucede realmente.
Cuando el lenguaje científico se transforma en sentido común, sus conceptos comienzan a ser utilizados de manera silvestre generando una cascada de confusiones conceptuales y una pérdida de referencias históricas y epistemológicas (Pérez Álvarez 2021) que hacen que, por ejemplo, en el campo del deporte hoy sea moneda corriente hablar del “entrenamiento cerebral o cognitivo” y que se proponga la figura del “neuroentrenador”. Este es un claro ejemplo de lo que ubicamos como anacronismo. Si el paradigma actual es el de la complejidad ¿se puede “entrenar” el cerebro sin cuerpo y sin contexto? O sino ¿se puede “entrenar” de forma analítica la mente y el cerebro y luego lograr transferencia al campo de juego?
La postura que así lo afirma se apoya, lo sepa o no, en que el cerebro es un procesador de información traducida en representaciones. Siendo más precisos con las preguntas planteadas ¿se transfiere el trabajo de extensión del cuádriceps en una máquina a las situaciones en el campo de juego? ¿Cómo y con qué calidad? ¿Podemos pensar mecánicamente que lo mismo sucede para el procesamiento de información por parte del cerebro? Para quien sostiene las hipótesis del programa cognitivo clásico la respuesta es sí.
Es a partir del concepto de Representación que surge la idea de comparar al cerebro humano con una computadora (Ramsey 2007). La representación es al ser humano lo que el símbolo a la computadora, para ambos se trata de manipularlos en la medida en que constituyen información a ser utilizada. De allí que el uno de los padres de la psicología cognitiva, el estadounidense Donald Broadbent, haya sido uno de los primeros en sostener que el cerebro “procesa” información, en nuestros términos, representaciones, que van siendo “archivadas” o “guardadas” en nuestra mente, a las cuales recurrimos para reconocer hechos externos y prepararnos para actuar ante ellos (Broadbent 1958).
Procesamiento según un programa principal de lo que ingresa al Sistema Nervioso Central, memoria compuesta por representaciones/archivos, memoria de trabajo, respuesta al entorno según lo archivado y lo programado. Debido a la penetración social que tuvo la llamada metáfora del ordenador para referirse al cerebro, al leer la oración anterior es probable que no sepamos si estamos hablando de la mente o de una “arquitectura von Neumann” para que una máquina pueda computar información (Pylyshyn 1975, Gleick 2013).
El “procesamiento” no se condice necesariamente con lo real o la realidad. Sino con la representación de eso. De ahí su limitación como modelo. Creer realmente que el cerebro procesa como una computadora es de una inocencia pasmosa. La computadora en todo caso es un pobre modelo de algo “pensante” (Gallagher 2017). Es un diagrama lógico materializado y mecanizado, pero no un proceso vivo de utilización de diferentes tipos y cualidades de información.
Otro concepto sumamente importante para llegar a la revolución cognitiva y a la metáfora del ordenador es el de “información” en el marco de la teoría de Claude Shannon (Gleick 2013). Este matemático e ingeniero especializado en comunicaciones buscaba una forma de reducir el ruido o aumentarlo en pos de codificar y descodificar un mensaje en una línea. En este incipiente esquema de la comunicación, que luego retomará el lingüista Roman Jakobson, hay un emisor, un mensaje, un canal, un receptor y un código para encriptar o desencriptar el contenido de ese mensaje (Jakobson 1981).
Lo que comienza siendo un intento eliminar el ruido en las comunicaciones por medio de cableados telefónicos, se decanta en el proyecto de cifrar y descifrar las llamadas telefónicas entre Londres y Washington durante la Segunda Guerra Mundial. Para ello, Shannon toma de la termodinámica un concepto llamado entropía, el cual hace referencia a la pérdida de calor y el desorden consiguiente de un sistema cerrado, ya que la pérdida de calor implica pérdida de actividad. La entropía en la Teoría de la Información de Shannon es la cantidad de ruido que posee un mensaje siendo el ruido información redundante, es decir, datos que no hacen al mensaje que se busca transmitir, y que están presentes en el canal de manera aleatoria o intencional (Shannon 1948, Gleick 2013).
La información desde la teoría de Shannon se reduce a un concepto matemático que, como su mismo creador sostiene, carece de significado y se expresa en unidades de medida llamadas bits. Cuando hoy hablamos de medida de la información tenemos naturalizados a los bits, kilobits, megabits, etc.
Detenerse en la Teoría de la Información es sumamente importante ya que este concepto se trasladó a la psicología a través de la metáfora del ordenador (Gardner 1987). Los input que recibe el cerebro son informacionales y se procesan en términos de almacenamiento de representaciones y de respuestas u outputs. En términos computacionales lo que se procesa son bit, unidades de información, y el encargado de realizar esa tarea es el procesador que, en el marco del modelo representacional-computacional de la mente, es el cerebro. Si Shannon sostiene que su teoría se refiere a la forma matemática de medir cantidad de información y la tarea de la Psicología es el trabajo sobre el sentido que fundamenta un acto ¿cuál es el grado de compatibilidad entre el bit y el significado de la información? Si el cerebro procesa ¿qué o quién asigna sentido y valor a la información?
Aquí es donde la Percepción y los conceptos en los que se apoya el cognitivismo para dar cuenta de la misma se unen a los conceptos de atención y concentración, y de procesamiento. Un buen ‘entrenamiento perceptual’ permite recoger ‘información’ de manera eficaz y un buen ‘entrenamiento cognitivo’ permite procesarla rápidamente.
Todos los conceptos utilizados por las Ciencias Cognitivas hacen un fuerte hincapié en la comparación del cerebro con la computadora, lo cual mantiene vivo tanto el dualismo cartesiano mente – cuerpo (software – hardware) como el determinismo y el mecanicismo propio de la ciencia cartesiana: analizar de manera tal que el todo se reduzca a las partes cada vez más pequeñas que lo dan como resultado, de manera tal que conociendo e interviniendo en esas partes uno pueda conocer e intervenir el todo.
Paradigma ecológico
Dentro del campo de las Ciencias Cognitivas surge a partir de la década de los 90’ una nueva perspectiva que incluye al cuerpo como un actor clave dentro de la cognición. A contrapelo de lo que presentamos como cognitivismo clásico, esta perspectiva representada por el Enactivismo (Varela et al 1992)y, aunque por fuera de las Ciencias Cognitivas, la Psicología Ecológica (Gibson 2015, Blau y Wagman 2023), sostienen que aquello que llamamos mente no es un conjunto de procesos de pensamiento lógicos y deductivos, sino que todo aquello que es cognitivo se define por su capacidad de regular las relaciones entre los seres vivos y sus entornos.
Algunos de estos proyectos de investigación no sólo se denominan corporizados, sino también no representacionales, es decir, prescinden de las representaciones del mundo que, según el cognitivismo, existirían en nuestra mente (Gallagher 2017). Esto abre una nueva perspectiva en la medida en que la cognición no sólo no sería solamente simbólica, sino que tampoco lo sería el sentido. Que el ser humano utilice símbolos como imágenes o palabras para mediatizar o comunicar, incluso representar, su relación con el entorno, nada tiene que ver con su acción específica y concreta en ese entorno. Una cosa es el acto cognitivo de que alguien relate una jugada que realiza y otra cosa muy distinta es el acto cognitivo de cómo realizó en ese momento esa jugada. Aun siendo ambos actos cognitivos, lo que podamos decir a posteriori es diferente de lo que sucede in vivo.
El Enactivismo y la Psicología Ecológica se apoyan fuertemente en la Teoría de los Sistemas Dinámicos y en el Paradigma de la Complejidad (Gallagher 2017, Blau y Wagman 2023). De hecho, James Gibson, padre de la Psicología Ecológica, sostiene que los seres vivos poseen sistemas perceptuales, y que los sentidos son sólo una parte del todo. El concepto de affordance, que desarrollaremos en breve, tiene la característica de que puede ser percibido porque está constituido por la estructuración de diferentes matrices de energía. En el caso del ser humano, y del jugador de fútbol, podemos percibir una posibilidad de acción por observarla, por escucharla o por sentirla. Que eso pueda ser luego re-presentado o simbolizado ya obedece a otro nivel donde tenemos que tomar en cuenta la estructura del lenguaje y su medio social y cultural.
Para el enactivismo, no existe ser vivo sin entorno ni entorno sin ser vivo (Varela 1992). Esta es la unidad básica de pensamiento y desde allí se construye toda la teoría. El ser vivo y su entorno poseen una historia, van creando una historia de relaciones. Esas relaciones tienen sentido en la medida en que dan cuenta cómo un ser humano habita un entorno y cómo un entorno es modificado por el ser humano. Nuevamente nos encontramos con el hecho de que podemos prescindir de lo simbólico y del lenguaje para hablar del sentido. Todo ser vivo se relaciona con su entorno y esas acciones poseen el sentido de, al menos, mantenerlo con vida. Que luego se puedan poner en palabras, dibujos o imágenes ya es otra cosa.
La corporización de la mente o el rol determinante del cuerpo en la cognición abre un campo muy interesante para el entrenamiento futbolístico. Mientras que el cognitivismo proponía “programar” respuestas, las propuestas de la mente corporizada, asentadas en la teoría de los sistemas dinámicos y en el paradigma de la complejidad, proponen investigar el entorno y las relaciones posibles con él. Naturalmente, el fútbol es una actividad cultural y social, entonces ese entorno no es sólo físico, sino que posee esas tres dimensiones.
Las diferencias se hacen notar sobre todo en dos niveles: el de la toma de decisión y el de la creatividad. En el caso de la primera, la versión cognitiva se suele representar como un diagrama de flujo que propone diferentes situaciones y permite deducir qué hacer en ellas como si se tratara de un protocolo. Por ejemplo: si el equipo recupera la pelota y el rival está organizado debe: a) atacar rápidamente o b) mantener la posesión y atacar de manera organizada. Para la mayoría, “B” sería la decisión correcta, o inteligente. La creatividad estaría del lado de la ejecución de una “mala” decisión (es decir, optar por “A”) pero que resultó teniendo un buen resultado. En el caso de las teorías enactivas y ecológicas, sustentadas en la complejidad, apelar a un protocolo pre-establecido resulta muy pobre no sólo para dar cuenta de la acción deportiva, sino también de la posibilidad de entrenarla.
La Psicología Ecológica propone el concepto de affordance, que en español podemos traducir como posibilidad de acción (Gibson 2015, Blau y Wagman 2023). En la medida en que es una teoría sistémica, este concepto es relacional, es decir, emergente de la relación entre ser vivo y entorno, entre futbolista y juego. No es ni de uno ni de otro, existe en su relación. Esto abre dos cuestiones: en primer lugar, el hecho de que la mente se encuentra “fuera de la cabeza” y, en segundo lugar, el hecho de que percibir depende de lo que podemos hacer, mejor dicho, de lo que nuestro cuerpo nos permite hacer en términos de habilidad: un extremo derecho no va a percibir el juego y sus posibilidades de la misma manera que lo hará el volante central.
El enactivismo, como hemos señalado, se apoya en las relaciones entre ser vivo – entorno, futbolista – juego, en nuestro caso. Aquí vamos a hablar de acoplamiento y de emergencia. Esto quiere decir que el futbolista establece relaciones con ese entorno material, cultural y social que es el fútbol, y esas relaciones se van afinando de una manera individual. No hay dos seres humanos iguales a diferencia de los procesos lógicos de toma de decisión que propone el cognitivismo clásico. En el entrenamiento esto se traduce considerando a todos los elementos como un sistema. Si la perspectiva es sistémica, vamos a tomar elementos de esta teoría, y nos vamos a apoyar fundamentalmente en uno, el de constreñimiento.
Los sistemas complejos se organizan en torno a atractores, éstos son comportamientos que emergen de la relación de las partes del sistema entre ellas y con el todo. Si un futbolista es un sistema, los atractores emergerán de las relaciones entre las diferentes estructuras que lo componen. Por ejemplo, jugar rápido y con confianza es un atractor que emerge de un buen dominio de la técnica, de unas capacidades condicionales acordes a tal efecto y de una actitud volitiva apoyada en una capacidad cognitiva que permite que este comportamiento suceda.
A nivel juego, no es lo mismo si los defensores centrales dan confianza al mediocampo que si no lo hacen. Puede pasar que cuando cambia un jugador en la zaga, el volante central tienda a no “soltarse” tanto en posiciones de ataque y por ende, la dinámica ofensiva cambie. Esto es una modificación en los atractores del sistema o, lo que es lo mismo, un cambio en su comportamiento.
Entonces, si el comportamiento del sistema se organiza en torno a diferentes atractores, los constreñimientos van a buscar perturbar esos atractores y generar otras formas de funcionamiento o, lo que es lo mismo, de estabilidad. Cuando el sistema tiene muchas formas de responder a diferentes constreñimientos, o al mismo, podemos decir que se trata de un sistema metaestable.
Pensar el entrenamiento desde las perspectivas de la mente corporizada, la teoría de los sistemas y la complejidad, no sólo nos permite alcanzar a leer un fenómeno complejo como lo es el fenómeno vivo, sino que también nos permite tratar a los futbolistas como lo que son, seres vivos, seres humanos y no computadoras.
No se trata de entrenar mentes para que den órdenes al cuerpo, sino de entrenar jugadores que poseen un cuerpo que en relación con el entorno no sólo producen adaptaciones cognitivas al mismo, producción de sentidos, sino que también producen adaptaciones condicionales y perceptivas.
Dimensiones de la Creatividad en el fútbol
La creatividad en el fútbol tal como la concebimos no es una condición que los futbolistas poseen como un “don”, como una “gracia divina” con la que algunos han sido ungidos y otros no. Por el contrario, la creatividad es profundamente humana, surge de la praxis que implican las interacciones entre compañeros y/con oponentes y con el contexto.
Praxis e interacción, en tanto dimensiones que definen los ejes transversales de nuestro entendimiento de la creatividad en el fútbol demandan explicitar cómo entendemos a este deporte desde una perspectiva epistemológica.
En tal sentido, para comprender cómo opera la dinámica del fútbol, es decir, la relación incierta, fluida y emergente entre los futbolistas y el contexto es necesario pensarlo desde paradigmas no mecanicistas sino desde una perspectiva sistémica dado que el fútbol opera en múltiples dimensiones que se interrelacionan entre sí y con el contexto.
De manera que si consideramos que la creatividad es una acto puesto al servicio de la superación de la incertidumbre que plantea el juego es necesario reflexionar acerca del tipo de entrenamiento que permita su emergencia. Puesto que como hemos dicho, la creatividad no es una capacidad innata, debemos pensar situaciones de práctica deportiva que favorezcan su aparición y perfeccionamiento. Las acciones e interacciones en el fútbol son aleatorias y se producen en contextos que siempre son cambiantes, esto significa que las intervenciones de los futbolistas deben responder a esa complejidad con originalidad y destreza suficientes para lograr sacar provecho a favor de lo que demanden las situaciones de juego.
Vamos conformando un andamiaje que nos permite ir construyendo la conceptualización de la creatividad en el fútbol en la que ya hemos definido como una capacidad que acciona en el juego y surge de la relación entre el/los futbolistas y el contexto que se adquiere a través de entrenamientos contextualizados y no sobre repeticiones invariables e inespecíficas.
Si bien hemos definido al fútbol como deporte complejo con alto grado de incertidumbre hay momentos en el desarrollo del juego, en el que dos sistemas (equipos) interaccionan para lograr un desequilibrio en el resultado de un partido que debe romperse a través de intervenciones individuales o colectivas realizadas por las partes de esos sistemas que son sus futbolistas, que requieren de cierta originalidad e imprevisibilidad que haga emerger una solución novedosa que escapa a las habituales prácticas empleadas para tal fin. Entonces se afirma que esa ha sido una acción creativa que resolvió una situación que logra sacar una ventaja a favor de uno de los oponentes. Esto puede observarse a nivel micro, jugador, o a nivel macro, equipo.
Por tanto, ya tenemos otro elemento componente de la creatividad, no es individual sino que requiere de otro u otros para desarrollarse y por tanto de un contexto que la posibilite.
Podemos ensayar una primera definición de creatividad en el fútbol que nos permita alejarnos de la mirada escindida de lo humano para anclarla como una construcción práctica relacional de carácter utilitario y a favor del desarrollo de nuevas capacidades para la práctica del fútbol.
Decimos entonces que la Creatividad en el fútbol es una acción emergente, inesperada y colectiva (por ser el fútbol un deporte de equipo) a favor de la resolución de situaciones de juego combinando diversos recursos para tal fin.
En este punto, podemos dar cuenta de algunas dimensiones de la creatividad
- Es una capacidad de respuesta del sistema ante una perturbación que lo desestabilice.
- Es singular, propia de cada sistema (sea de un jugador, sector, equipo, club, etc.)
- Posee un contexto, no existe aislada.
- Emerge “entre”, es relacional, no pertenece ni al sistema ni al contexto.
- En tanto “sistémica y relacional”, puede ser perturbada mediante constreñimientos de la tarea. En este punto se evalúa la tendencia autoorganizativa: prevalece un atractor (o un conjunto) o el sistema puede estabilizarse en varias cuencas (multiestabilidad).
- Es incierta tanto para quien la ejecuta como para el otro.
- Difiere de sistema a sistema.
- No posee una forma “adecuada”, ya que es individual, emergente e incierta.
- Genera incomodidad y se genera con la incomodidad del propio sistema (que es perturbado).
- No se la posee, se la ejecuta.
- La creatividad no existe sin un cuerpo en un contexto. Sin vivencia, sin experiencia, no hay creatividad. No es abstracta, es de cuerpo presente.
La emergencia de la creatividad en el fútbol
Una característica propia que podemos extraer de lo que en Argentina llamamos “potrero” es el hecho de que la creatividad emerge en contextos de incomodidad relativa, la cual está dada por una tarea donde la dificultad superaría levemente a la capacidad del sistema. Por el contrario, en tareas donde la dificultad superaría ampliamente la capacidad del sistema sería menos probable la emergencia de comportamientos creativos.
Esa incomodidad es lo que tradicionalmente se ha llamado estresor pero que desde una perspectiva sistémica llamamos perturbación. Lo que se perturba es la estabilidad del sistema, es decir, un conjunto de respuestas y patrones desde el cual el sistema resuelve situaciones problemáticas con relativa eficacia (por ejemplo, una forma de ataque organizado; una forma de resolver un duelo 1vs1).
Lo que se busca desde diferentes tareas es perturbar levemente el sistema para que el consecuente proceso de autoorganización le permita construir un abanico de atractores, por ende, multiestabilidad. A mayor multiestabilidad (mayor capacidad de autoorganización), mayores posibilidades de responder a un abanico de perturbaciones.
La progresión de las tareas permite introducir perturbaciones progresivamente. Lo que se busca alentar con las perturbaciones es un nivel de desafío que, levemente superior a las capacidades del sistema (jugador, sector, equipo, club, etc.), genere una carga cognitiva y emocional que permita la inmersión en la tarea y una sensación de control de la situación cada vez mayor (naturalmente una progresión en un primer momento es desafiante para luego convertirse con el tiempo en una posible tarea de activación).
Lo desafiante, al ser superado y dominado genera placer. Esto genera un “gasto” (esfuerzo) en la dimensión emocional y en la dimensión cognitiva. Con cognitivo nos referimos a la toma de decisión. Con emocional nos referimos a lo que genera la relación cuerpo-contexto-entorno en el jugador a partir de las relaciones entre interocepción-valoración de lo que se está haciendo.
Hablar de contexto atractivo implica generar espacios donde lo emocional pueda ser elaborado in situ o a posteriori. Lo emocional y lo cognitivo están directamente relacionados, se decide desde un cuerpo en un contexto. Para que el “gasto” (esfuerzo) sea una “inversión” (adaptación) no hay que perder de vista esa relación intrínseca cognición-emoción, si el “gasto” es muy intenso o abrumador, antes que establecer un nuevo atractor, se generará un rechazo y no una adaptación.
Otra dimensión a tener en cuenta es el hecho de que para que emerja la creatividad, la relación entre tarea y jugador debería poseer una historia previa. Un niño que no le gusta el fútbol o no quiere ir a fútbol naturalmente no va a investigar posibilidades en el campo de juego porque se quiere ir de ahí. Aunque parezca una obviedad, nunca debemos perder la perspectiva de alimentar esta relación desde el placer y el desafío.
Esto lo podemos llevar a cabo desde el lado de la tarea, a partir de la ya mencionada relación capacidad – desafío. Aquí entra en juego la toma de decisión (carga cognitiva) y la autopercepción de las capacidades propias (carga emocional). La primera es la relación cuerpo-tarea-entorno y la segunda es el juicio que el propio jugador realiza sobre lo acontecido en esa relación (yendo a los extremos, hay jugadores que se fastidian consigo mismo cuando realmente están en un gran nivel y jugadores que cuyo gran ego no se relaciona con sus recursos futbolísticos). La autopercepción de las capacidades propias es un proceso claramente emocional y, como tal, muy singular y personal.
Las tareas buscarán ser perturbaciones que lleven esas capacidades al límite del “caos” y ello implica carga cognitiva y emocional, en la medida en que buscar metaestabilidad (el pasaje de una forma de estabilidad a otra) genera incomodidad (o fastidio, como solemos decir). Aquí es donde el contexto cobra importancia desde esos dos pilares, pero luego nos detendremos en ello.
La incomodidad precisa un contexto emocional. La incomodidad por incomodidad es masoquismo, la incomodidad por un propósito en sí guarda la posibilidad del placer y la satisfacción y, por ende, motiva a la acción. Si en la acción (resolución de los desafíos de la tarea) hay posibilidad de satisfacción, ello promueve al jugador a animarse a exponerse a perturbaciones, es decir, a buscar y encontrar otros atractores. Esto es fundamental a la hora del armado de las tareas, las cuales deben estar motivadas en su diseño y en cómo se las transmite a que el jugador tenga la experiencia de que construye recursos y gana en posibilidades de resolución de situaciones que previamente le resultaban problemáticas.
Entonces, la construcción de una relación entre dificultad y posibilidades propias, genera una economía del desafío y la tendencia del jugador a animarse a actuar en los contextos de incertidumbre. Esto quiere decir que no es lo mismo para un futbolista invertir esfuerzo en tareas de entrenamiento que él siente que no le dejan nada a invertir energía en tareas que él considera que lo hacen crecer y de las que se nutre para competir cada día mejor. Nótese que el acento está puesto en la experiencia del futbolista, no en las ideas del entrenador que, por más brillantes que sean, si no logran que el jugador se las apropie quedan en la nada.
Entonces los conceptos clave que la Psicología puede aportar al entrenamiento futbolístico serán: placer, satisfacción, desafío, incomodidad, incertidumbre, capacidad autopercibida, sensación de control. La creatividad no se enseña ni se aprende, lo que los Educadores/entrenadores hacen es propiciar contextos para la emergencia singular y colectiva de la creatividad. La creatividad es una tarea de todos.
Facilitación del aprendizaje de la creatividad en el fútbol
El entorno
En primer lugar, el entorno donde se llevan a cabo las tareas de entrenamiento, es decir, un club o cualquier institución donde se practique este deporte, debe poseer una “estructura legal”, bien definida: normas, valores, derechos, obligaciones, etc., que deben cumplirse a rajatabla. Muchas veces podemos traducir este marco con los valores que el club busca expresar en entrenamiento y competencias traducidos en acciones que toda la comunidad deportiva debe respetar y exigir.
Naturalmente y desde una cuestión estética el entorno y los materiales poseen un valor que dura hasta que comienza el entrenamiento. Siempre existe una seducción de la imagen y ésta no es sólo lo que se ve, sino también el sentido que se construye sobre lo que se ve. Luego la tarea cobra progresivamente relevancia en la experiencia de entrenar.
Tener en cuenta la relación intrínseca Emoción y Cognición. No existe una sin la otra, siendo la relación cuerpo-tarea-contexto fundamental para su valoración. El gasto emocional es grande y no lo podemos desconocer, el jugador debe llevarse algo siempre, si no es la sensación de que pudo controlar la tarea, que sea una palabra del Educador/entrenador.
El Educador/entrenador debe tener en cuenta la gestión de la incertidumbre en la tarea. Se debe alentar la libertad para decidir. Sin libertad no hay creatividad. Todo este proceso no es sin contención emocional. El papel del otro en el proceso de entrenamiento es clave. No se trata sólo del diseño de la tarea desde la toma de decisión, sino también cómo generamos a esa
- Entorno Social: club, barrio, ciudad, país.
- Entorno Cultural: valores, costumbres, creencias.
- Entorno Físico: campo, elementos, compañeros, rivales.
En este sentido, para potenciar la creatividad es necesario además crear un ecosistema en los diferentes entornos (Social, Cultural y Físico) que provoque la emergencia creativa. La creatividad es vista como un fenómeno social y cultural además de mental y física, para que se produzcan novedades creativas es importante ser aceptado y contenido en entorno social, regirnos de valores, creencias y costumbres que estimulen decisiones creativas (superación, libertad, determinación, no temer arriesgar, etc.) con un método que responda desde una perspectiva sistémica, ecológica con intervenciones moderadas, sutiles por parte del entrenador, y por sobre todo un entorno físico que motive y estimule la práctica del deporte.
La creatividad es, en definitiva, la expresión, hacia sí-mismo y hacia otros, de la identidad singular. Propiciar la creatividad es propiciar la construcción de la identidad como diferencia, lo que nos hace únicos, pero también nos relaciona con otros.
La tarea
Desde una perspectiva sistémica los entrenamientos son concebidos como representaciones de situaciones de juego reproducidas lo más fielmente posible, utilizando para ello diversas estrategias pedagógicas basadas en teorías de corte enactivas, ecológicas y no lineales, que facilitan el desarrollo de habilidades técnico-motrices y cognitivas en el proceso de aprendizaje del futbolista, así como también otras competencias necesarias para la creatividad.
Pol et al. (2020, p. 1) proponen el reemplazo del enfoque clásico en el aprendizaje o adquisición de habilidades y aptitud física por el objetivo de aumentar el potencial de diversidad e imprevisibilidad tanto de equipos y atletas a través del desarrollo de sinergias. Estos autores afirman que para crear atletas y equipos aptos (i.e. mejor adaptados al entorno local e inmediato habrá que desarrollar la diversidad de sinergias que emergen de la manipulación estratégica de los constreñimientos.
El marco de referencia que más ha ayudado a desarrollar esta perspectiva en el ámbito motor es el de la dinámica de la coordinación o Coordination Dynamics, que describe, explica y predice cómo se forman, se adaptan, persisten y cambian los patrones coordinativos (Kelso, 2009). Su estudio ayuda a comprender los principios y leyes que provocan la emergencia de comportamientos bajo constreñimientos cambiantes (Balague, Torrents, Hristovski, Davids, & Araújo, 2013). Los constreñimientos son los límites o condiciones que se dan en un determinado momento y que, fruto de su interacción, provocan la autoorganización del sistema (Renshaw , & Chow , 2019).
El desarrollo de la creatividad va a ser inherente a cualquier propuesta específica, ya que el objetivo va a ser precisamente el aumento del potencial de diversidad e imprevisibilidad (Hristovski & Balagué, 2020). Aun así, proponemos el uso de un amplio abanico de tareas, ya sea mediante juegos reducidos o situaciones de partido como herramientas para incrementar el potencial de Diversidad e Imprevisibilidad (potencial D/U).
Un aspecto fundamental de nuestro trabajo como entrenadores o profesionales afines es intentar establecer condiciones en el plano de la praxis que inviten a los futbolistas a ensayar acciones resolutivas frente a situaciones que emergen del juego. Esto implica poner especial énfasis a la conformación del entorno donde se desarrolla el entrenamiento puesto que es éste el componente relacional de la tarea con los futbolistas.
Siguiendo esa línea conceptual es necesario proponer prácticas en las que se presenten situaciones en distintos grados de dificultad, un alto componente de variabilidad, espacio para la exploración de múltiples soluciones, reflexión sobre lo realizado e intervenciones del entrenador en diversas dimensiones
Estas tareas e intervenciones no están escindidas del ámbito natural del fútbol, sino que es preciso un entorno/contexto que permita su despliegue pero que al mismo tiempo sea un escenario facilitador, específico, representativo, inspirador y por tanto, ecológico. Un entorno/contexto que dialogue con el lenguaje del fútbol, un escenario que medie pero que a la vez sea parte indisoluble del juego.
Poner en práctica el montaje de entornos/contextos que favorecen la creatividad y el aprendizaje demanda de ciertas condiciones elementales que deben ser tenidas en cuenta en el diseño de ejercitaciones, sesiones de entrenamiento y planificaciones en la práctica del fútbol.
- Respetar la lógica interna del juego.
- Ofrecer entrenamientos con gran variabilidad.
- Entrenar el juego desde el juego.
- Montar escenarios de entrenamiento lo más cercano a la realidad de juego.
- Optimizar el tiempo de entrenamiento en campo con tareas específicas.
- Ir del concepto al fundamento para la mejora de las habilidades.
- Brindar información al futbolista para ayudarlo a tomar decisiones.
- Tolerar el error.
- Evitar al máximo las intervenciones de índole conductistas que coartan la autonomía.
- Habilitar múltiples dimensiones de comunicación con los futbolistas y entre ellos.
- Incentivar la competencia en cada tarea.
- Vincular los valores universales del deporte tales como el respeto, la solidaridad, la humildad, la perseverancia y la tolerancia, en cada entrenamiento.
Los espacios y tiempos en un deporte como el fútbol son los constreñimientos más importantes para tomar decisiones en el juego, saber utilizar los espacios adecuados según las diferentes categorías y niveles de los jugadores será fundamental para ofrecer los tiempos necesarios para desarrollar la posibilidad exploratoria y provocar conductas creativas.
En este sentido, reconocemos 4 facilitadores de la creatividad en el fútbol:
- Especificidad y variabilidad: Ofrecer a los y las futbolistas situaciones de juego representativas de la realidad pero que sean suficientemente cambiantes para que supongan un reto y jugadores/as y equipos no caigan en una monotonía de comportamientos.
- Desorden y Organización: Romper con estructuras rígidas, predecibles, con ejercicios mecánicos y predeterminados, provocar que el sistema jugador y sistema equipo tengan la capacidad de auto-organización en escenarios variables y cambiantes. Un marco de desorden para ser imprevisible para el rival pero que al mismo tiempo tenga una organización táctica que conecte al equipo y pueda sorprender con situaciones creativas colectivamente.
- Libertad y constreñimientos: La paradoja de la creatividad, limitar para liberar grados de libertad, la libertad para decidir pero bajo constreñimientos que empujen al sistema a explorar respuestas, la dificultad de la tarea puede ser otra limitación que facilita o entorpece la creatividad. Un cierto grado de dificultad favorecerá que las personas busquen soluciones nuevas, pero la dificultad excesiva tendrá efecto contrario. Un límite puede facilitar la emergencia de nuevas posibilidades de comportamientos , imponer restricciones puede relajar otros constreñimientos e incrementar la diversidad de posibilidades de acción (affordance). Si estamos habituados a actuar de una determinada manera, el hecho de que exista una limitación facilitará que exploremos nuevas soluciones
- Placer y Desafío: Es evidente que se necesitan entornos abiertos, respetuosos y de confianza para poder crear. Si el deportista no siente la confianza necesaria para poder dar cualquier respuesta, no va a explorar, experimentar o expresarse fuera de los cánones habituales. Esa seguridad depende de las personas que comparten el proceso y muy especialmente de quién lo lidera. Un entrenador o entrenadora tiene que construir entornos comprometidos con la creación, favoreciendo la cooperación, el respeto al prójimo y la apertura hacia la divergencia de respuestas. Los desafíos bien formulados impulsaran al jugador y al equipo a buscar respuestas novedosas y creativas
El jugador en su proceso de aprendizaje, a lo largo de su experiencia motriz-deportiva logra adaptarse mediante la variabilidad práctica no lineal a las necesidades de los diferentes e inciertos escenarios que el juego propone y expone.
El jugador creativo, necesita ser empoderado por el entrenador. Tienen que sentir que el entrenador confía en su capacidad de resolución creativa (creativo-expresiva). La creatividad, comprendida desde la acción motriz que emerge de la interacción de las diferentes partes del sistema de toma de decisiones, tiene como objetivo captar el movimiento como expresión de la intención del jugador para comunicarse. De esta manera, el sujeto se vuelve menos previsible e incorpora, a través de diferentes tareas un mayor número de recurso ante el entorno cambiante en el que se desenvuelve (competencia). De esta manera se construirá un jugador con mayor recursos para resolver ante un sistema abierto, dinámico y variable como es el fútbol.
La variabilidad en las tareas de entrenamiento, sean estos expresados en cambios de reglas, espacio, cambio de posición de jugadores, entre otras, aumentará los recursos, donde la capacidad de comunicación entre el poseedor y los posibles receptores del balón se manifiestan a partir de una permanente exploración.
La creatividad surge del juego, es necesario propiciar entornos que favorezcan la aparición de esta capacidad, las investigaciones han demostrado que los valores culturales, orientados a la libertad, la autonomía, la asunción de riesgos y alegría conducen a la mejora de la creatividad. Sin embargo, para traducirse en entornos óptimos, estos valores deben ser cuidadosamente inculcados y aceptados por las personas dentro del equipo deportivo. Se ha demostrado también que la creatividad aumenta cuando se les da a los deportistas cierto control sobre su aprendizaje y se les anima a tomar riesgos dentro de un entorno que proporciona un equilibrio entre estructura y libertad.
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