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La intensidad en el Fútbol – Cognitiva (Parte II)

2015 02 23 Doc 001

Aunque resulte complicado extrapolar las conclusiones de algunos estudios científicos al futbol, al ser las exigencias de la alta competición muy diferentes a las condiciones que se dan en un laboratorio, pueden servir para recalcar la idea que si se pretende mantener un nivel de rendimiento elevado durante tiempos prolongados, deben diseñarse tareas que repliquen en este patrón de actuación. A efecto de este libro estos esfuerzos se han denominado intensivos largos y se caracterizan por compaginar una alta intensidad con una larga duración. Según el nivel de complejidad en el que el entrenador se mueva (condicional, técnico, táctico o competitivo) las tareas estarán de una u otra manera estructuradas, tal y como se podrá observar en el siguiente apartado.

De manera adicional, Knicker señala que la fatiga central puede tener un origen multifactorial, por lo que además de mantener un alto nivel de intensidad mental durante los 90 minutos de un partido, el futbolista debe ser capaz de dar solución a periodos más reducidos en los que aumenta la concentración de las demandas decisionales de alta intensidad. Para repicar este patrón de comportamiento se han establecido los esfuerzos intensivos cortos, en los que se agrupan acciones de elevada exigencia cognitiva sin que exista una recuperación completa entre ellas.

Estos dos últimos tipos de dinámicas de esfuerzo señalados (intensivos largos e intensivos cortos) pretenden reducir los efectos que la fatiga del sistema nervioso central pudiera tener en el rendimiento del futbolista. Sucede que, en ocasiones, las diferencias cualitativas entre los futbolistas no vienen dadas por la aparición de fatiga sino por factores limitantes del rendimiento. A modo de ejemplo, si un futbolista afronta una situación de mano a mano con el portero en el minuto 1 del partido y toma una mala decisión, es probable que ello sea debido a un factor limitante de su rendimiento (incapacidad para decidir correctamente)  más que a la fatiga cognitiva que acumule. Si a misma acción ocurre en el último minuto de partido, sí podría plantearse que la fatiga acumulada tuviese una mayor incidencia en la solución mental de la jugada. Las tareas estructuradas en torno a esta dinámica de los esfuerzos se han denominado de máxima intensidad y en ellas, a diferencia del nivel anterior, existiría una mayor recuperación entre las acciones.

Más allá de a perspectiva meramente condicional, en el futbol actual la llamada velocidad, entendida como un ente global desde el análisis previo de la situación hasta la manifestación de la respuesta motriz, resulta ser un factor diferenciador entre los niveles de rendimiento. La reducción del espacio y tiempo para pensar y actuar hace que aquellos futbolistas que no tengan desarrollada la capacidad para realizar esfuerzos de máxima intensidad no puedan sobrevivir en el futbol de elite. Los jugadores de alto nivel son capaces de resolver los problemas propios del juego con una mayor velocidad anticipando lo que va a suceder, al contar con un mejor desarrollo de los mecanismos de percepción, toma de decisión y ejecución. Varios estudios se han ocupado durante os últimos años de estudiar los procesos perceptivos y cognitivos en los futbolistas y han concluido que los de mayor nivel son más eficaces a la hora de mover los ojos para extraer información relevante del entorno, analizan mejor la postura para predecir las acciones de los adversarios y son capaces de identificar patrones familiares que aceleran sus repuestas.

2015 02 23 Doc 002Aunque a nivel teórico los límites para cada una de estas zonas de dinámicas de esfuerzo puedan quedar aparentemente definidos (tabla 2), al adentrarse en la práctica son mucho más difíciles de concretar. Las tareas que se plantean sin la presencia de balón o aquellas cuyo uso es bajo formas técnicas permiten una clasificación más exacta de los esfuerzos. En el momento en el que un mayor número de jugadores actúa de manera simultánea, la dificultad del análisis aumenta ya que son muchas las variables que inciden: capacidades individuales, compañeros y adversarios cercanos o lejanos al balón, que equipo tiene más tiempo el balón, etc. En cualquier caso, el técnico debe buscar una orientación preferencial de la tarea sobre la cual intentar incluir a la mayoría de los jugadores, aunque respetando la individualidad de la respuesta de cada futbolista dentro de la misma.

Así mismo, la misma tarea puede tener una distinta repercusión según el momento de la temporada en la que se lleve a cabo. En general, todas las tareas que se introducen por vez primera requieren una mayor exigencia cognitiva ya que el control de la acción se fundamenta en el plano consciente del cerebro. Una vez que la tarea se repite, el control pasa consciente del cerebro. Una vez que la tarea se repite, el control pasa a distintas zonas del cerebro (plano inconsciente) con el consiguiente ahorro energético que ello supone. Por poner un ejemplo práctico, la primera vez que un entrenador realiza un tipo de evoluciones 11 contra 0 puede requerir un alto nivel de concentración. Si la misma secuencia de jugadas es repetida durante todas las semanas, los movimientos de los jugadores se vuelven más mecanizados y el control de la acción se deriva a otra zona de córtex cerebral. Sería un ejemplo de una tarea que pasa de ser de alta a media intensidad. Si se desea que dicha tarea vuelva a ser de alta intensidad sería necesario introducir elementos que alterasen la homeostasis cognitiva del futbolista: limitar el número de toques, resolver a secuencia en menos tiempo, incluir adversarios, etc.

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