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Final de la Champions League

2014-06-09 Champ

Distintas concepciones, idéntico propósito

Lisboa fue Madrid. La capital española transfirió sus colores a la histórica ciudad lusa, y allí se plantaron en un transcendental encuentro dos que se miraban de reojo desde que supieron que la Champions pertenecería a los del entrenador argentino o incrementaría las vitrinas de la Casa Blanca.

Simeone y Ancelotti, dos estilos, dos formas, dos esquemas y el magno estadio Da Luz que preparaba la consagración de uno sólo, sin más lugar.

El previo juego periodístico subrayaba 400 millones de euros de distancia en presupuestos. Los “Merengues” dan utilidad anualmente a 520 millones- la disponibilidad más elevada de todos los clubes del mundo- versus los modestos 120 de los “Colchoneros”, pero a decir verdad, y por fortuna, la eficacia suele no saber de sumas y cuando el balón da una vuelta sobre su
circunferencia cualquier milagro es posible. ¿Prueba irrebatible? El mismísimo Atlético campeón de liga pocos días antes.
Zona presionante que empezaba a dar cierto resultado y la salida defectuosa de Iker Casillas permitiendo que “El Faraón” Godín y su cabeza otorgasen más crédito aún, a los que están convencidos que el fútbol es tan atrapante puntualmente por estos ingredientes como la imprevisibilidad. Poco interesó entonces que el Real haya comenzado mejor a pesar de marcados inconvenientes tácticos. Khedira nunca pudo jugar de Xavi y Luca Modric no encontraba su ubicación. En contrapartida crecían la eficacia de Gabi y el portugués Tiago, que desde el centro comenzaban el partido físico que invariablemente propone el utilitarista equipo de Simeone.

Desde la ventaja misma la orden fue “ahora 4-5-1”, con el “Guaje” Villa definido por adentro, pero desde atrás, y Adrián bien por fuera. Las mayores preocupaciones, a esta altura, se habían cruzado de banco.

Amplitud: Resolución acertada

Lo consecutivo para Ancelotti entonces era realizar la lectura más acertada y veloz que la desfavorable situación requería. El bando rival se apoyaba en Thibaut Courtois, el arquero del momento, quien respaldaba un equipo de líneas pegadas. El partido hasta ahí le estaba quedando cómodo.

Las conclusiones del DT nacido en Reggiolo hicieron que Marcelo reemplazara a Fábio Coentrão e Isco saltara al césped sustituyendo al alemán Khedira, para terminar moviendo varias piezas del tablero. Arriesgado 4-2-4 y ante tan hermético planteo por adentro, la búsqueda blanca llegó por las bandas.

Marcelo ayudó a crecer a Di María porque le fabricaba el espacio con movimientos diagonales. Liberó al argentino para que lanzado en velocidad rompiera casi sistemáticamente por afuera y por izquierda. Sufría Juanfran que perdía en el uno contra uno y ni el aporte del ingresado “Principito” Sosa, aplacaron los desbordes.

Carvajal, lateral de corta edad y seriedad de experimentado, ofrecía su proyección por el sector opuesto y en ocasiones era el socio que contribuía con Bale.

Modric e Isco, adelantados por el empuje de Ramos y Varane hacían circular el balón con asiduidad a los extremos, opcionando mucho mas por el izquierdo. Morata por Benzema para intentar levantar el rendimiento de una opaca versión de Cristiano. Así las cosas Di María efectuó 18 centros, nada menos. La enorme conexión emocional del “Cholo” Simeone con sus jugadores parecía abrazar otro final feliz, pero el árbitro holandés Björn Kuipers dictaminó una exagerada adición y el limpio salto del temperamental Sergio Ramos determinó la festejadisima paridad a los 93. Todo volvía a fojas cero.

Tendencias reiteradas y éxito “Merengue” 

El primer tiempo de prórroga comenzó siendo la exacta continuidad de la finalización del reglamentario. Posesión de los blancos, repliegue del Atlético y apostar a lo que generaran las segundas jugadas. La tendencia clara era pases acertados entre los jugadores del Real y precisión decreciente para ejecutar lo mismo de sus adversarios. La señal era nívea. El desgaste de los “Colchoneros” se presentaba nítido. Tanto sacrificio defensivo, sumado al efecto psicológico del empate, a nada más que 120 segundos del deleite, erosionaron definitivamente al equipo.

Ya instalados en el segundo suplementario, las pupilas de miles y miles de televidentes asistieron a la eléctrica y determinante carrera de Ángel Di María, en una jugada que mereció su gol, pero el rebote dio con el hombre de los polémicos 100 millones y así Gareth Bale puso el 2-1 para derrumbar en su totalidad el combativo espíritu del Atlético. Marcelo y Cristiano rubricaron un resultado que el trámite no avaló.

El ambiente de victoria capitalizó todo lo blanco. La décima Orejona depositada en su leyenda. Di María elegido jugador más valioso del partido definitorio y Ancelotti dando el salto para pasar a pertenecer al selecto grupo de los directores técnicos que obtuvieron la UEFA Champions League con dos clubes diferentes, junto a Heynckes, Hitzfeld, Mourinho y Happel.

Indefectiblemente, la cúspide de Europa esperará a Simeone. La gloria es un paraíso complejo, de difícil acceso en un deporte como el fútbol y en este nivel superlativo resulta más intrincado aún. Cuando el joven entrenador argentino apareció post partido en la sala de conferencia de prensa, se produjo un hecho tan singular y significativo, como infrecuente: los periodistas aplaudieron con unanimidad al “Cholo”. De algunas cosas ya no hay dudas, su mensaje será resistente en el tiempo, tampoco de otra, subliminalmente, estaban abriéndole las puertas, para que en un futuro no muy distante, su humanidad ingrese al paraíso mencionado.

José A. Caldeira
Director Técnico Nacional de Fútbol
Escritor

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