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Principios Tácticos – Parte 1

En el fútbol, las habilidades tácticas y los procesos cognitivos subyacentes de la toma de decisiones se consideran esenciales para la excelencia en el rendimiento deportivo. Durante un partido suceden muchas situaciones cuya frecuencia, orden cronológico y complejidad no pueden ser previstas, exigiendo un alto grado de adaptabilidad y respuesta inmediata por parte de los jugadores y los equipos a partir de los conceptos de oposición en cada fase del juego (GARGANTA, 1997).

Estas situaciones de oposición son tan evidentes en el juego del fútbol que podemos percibir la táctica por la organización espacial de los jugadores sobre el terreno en las circunstancias del partido en relación a los movimientos del balón y a las alternativas de acción, tanto de los compañeros como de los adversarios. (Duprat, 2007). Esta manera de entender la táctica da especial énfasis a los movimientos y los posicionamientos en el campo dejando percibir la habilidad del jugador para ocupar y / o crear espacios libres en función de los principios tácticos adecuados para esa situación o instante.

Los principios tácticos se definen como un conjunto de reglas sobre el juego que ofrecen a los jugadores la capacidad de alcanzar rápidamente soluciones tácticas a los problemas creados por la situación que enfrentan (GARGANTA, PINTO, 1994). Debido a que tienen este carácter, los principios tácticos deben ser implícitos en las acciones y estar presentes en el comportamiento de los jugadores durante un partido, para que su aplicación facilite lograr los objetivos que conducen a la obtención del gol o de su impedimento. Colectivamente, la aplicación de los principios tácticos ayuda al equipo en un mejor control del juego, a mantener la posesión, a realizar variaciones en la circulación del balón, a variar el ritmo de juego, y a concretizar las acciones tácticas para romper el equilibrio del equipo contrario, y por consiguiente, alcanzar más fácilmente el gol (Zerhouni, 1980; ABOUTOIHI, 2006). Por lo tanto, cuanto más ajustada y eficaz sea la aplicación de los principios tácticos en el juego, mejor podrá ser el rendimiento del equipo o de un jugador en el partido.

Dada la importancia de los principios tácticos para la organización y el rendimiento del equipo en el campo, este trabajo tiene como objetivo contribuir en la definición, en el ámbito conceptual y operacional, de los principios tácticos del fútbol, proponiendo la adición de dos principios tácticos fundamentales y resaltar su aplicación práctica en las fases ofensivas y defensivas del juego.

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Los principios tácticos

Los principios tácticos se derivan de la construcción teórica acerca de la lógica del juego, concretizándose en el comportamiento táctico-técnico de los jugadores. Pide, por lo tanto, la concienciación de los jugadores sobre ellos, para simplificar la transmisión y la aplicación práctica de los conceptos, ayudando en la selección y aplicación de las acciones necesarias en cada situación. Los principios tácticos tienen algún grado de generalización de los movimientos y se relacionan estrechamente con las acciones de los jugadores, con los mecanismos motores y con el conocimiento táctico (CASTILLO, 1994).

En la literatura especializada en el fútbol se han utilizado diferentes nombres para mencionar y caracterizar los principios tácticos. Entre la variedad de conceptos presentados por diversos autores (Zerhouni, 1980; Teodorescu, 1984; Wrzos, 1984; BAUER; UEBERLE, 1988; Mombaerts, 1991; BAYER, 1994; Castelo, 1994;Garganta, Pinto, 1994; PERENNES; DI CESARE, 1994, se percibe una cierta congruencia de las ideas en torno a tres constructos teóricos que se refieren a la organización táctica de los jugadores en el campo, y se identifican como: principios generales, operacionales y fundamentales.


Los principios generales

Reciben esa denominación por el hecho de que son comunes a las diferentes fases del juego y a los demás principios (operacionales y fundamentales), pautándose en tres conceptos orientadores procedentes de las relaciones numéricas y espaciales entre los miembros del equipo y oponentes, zonas de disputa por el balón, a saber:

• (i) no permitir la inferioridad numérica,

• (ii) evitar la igualdad numérica,

• (iii) tratar de crear una superioridad numérica (QUEIROZ, 1983; GARGANTA, PINTO, 1994).


 

Los principios operacionales

Son según Bayer (1994, p.145), «… las operaciones necesarias para tratar una o más categorías de situaciones. » Por lo tanto, se relacionan con los conceptos actitudinales de las dos fases del juego, siendo en la defensa:

• (i) anular las situaciones de finalización,

• (ii) recuperar la pelota,

• (iii) impedir la progresión del adversario,

• (iv) proteger la portería

• (V) reducir el espacio de juego adversario;

y en el ataque:

• (i) conservar la posesión del balón,

• (ii) crear acciones ofensivas,

• (iii) progresar sobre el campo del oponente,

• (iv) crear situaciones de finalización y

• (v) finalizar en la meta contraria.


Los principios fundamentales

Representan un conjunto de normas básicas que orientan las acciones de los jugadores y el equipo en las dos fases del juego (defensiva y ofensiva), con el objetivo de crear desequilibrios en la organización del equipo contrario, estabilizar la organización del propio equipo y proporcionar a los jugadores una intervención ajustada en el “centro de juego » 1.

En la literatura se observan propuestas con cuatro principios para cada fase del juego coherentes con sus objetivos, teniendo en la defensa los principios de:

• (i) contención,

• (ii) de la cobertura defensiva,

• (iii) del equilibrio

• (iv) la concentración ;

y en el ataque los principios:

• (i) la penetración,

• (ii) la movilidad,

• (iii) cobertura ofensiva

• (iv) el espacio

(Worthington, 1974; HAINAUT; BENOIT, 1979; QUEIROZ, 1983; GARGANTA, PINTO, 1994; CASTILLO, 1999).

Más allá de estos principios proponemos la adición de otros dos que se relacionan con la concepción de la táctica del juego y con la coordinación colectiva funcional, denominados como principios de la » unidad defensiva » y de la «unidad ofensiva.»

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Estos se basan en la cohesión y en la eficacia y en el equilibrio funcional entre las líneas longitudinales y transversales del equipo, de manera que transmitan confianza y seguridad a sus compañeros de equipo y propicien una intervención indirecta en el “centro de juego» de esos jugadores que están en las zonas más alejadas de la disputa de la pelota.

La incorporación de estos principios refuerza la importancia de la interacción de los elementos inherentes al juego y la idea presentada por Garganta (2005, p. 181) cuando dice «…cada uno de los equipos que compite se comporta como una unidad en la que las relaciones entre sus elementos se superponen a las plusvalías individuales…»

De acuerdo a esta concepción, y por medio de estos principios que se orientan en función de la comprensión del juego por parte de los jugadores y del modelo de juego adoptado por el equipo, se presupone que los jugadores ocupen racionalmente el campo de juego en función de las configuraciones instantáneas del partido, evitando la profundidad y la descompensación de las líneas de actuación y permitiendo que el equipo juegue como un bloque compacto (HAINAUT; BENOIT, 1979).

En términos prácticos, la aplicación de estos principios se manifiesta en situaciones donde el jugador siente que su equipo dispone de una organización de base que posibilite la aparición de compensaciones o acciones de apoyo en el » centro juego, garantizando la eficacia y la organización. De hecho, un jugador al asumir otra posición o función específica en el juego, de acuerdo a la configuración momentánea de la misma, espera que otro compañero se encargue de sus obligaciones y su posición dentro del sistema de juego del equipo (Castelo, 1996)

2 coordinación colectiva funcional se refiere a la capacidad del equipo para moverse en relación al aprovechamiento de las cualidades y habilidades de cada jogador. Las líneas longitudinales y transversales del equipo se originan a partir del posicionamiento de los jugadores en el terreno de juego. Estas son líneas imaginarias formadas entre las posiciones de los jugadores y las que son perpendiculares a la línea de fondo se llaman longitudinales, y las que están diseñadas de forma paralela a ese fondo, son denominadas transversales.

4 En este contexto, el término «bloque homogéneo» debe ser reportado a una especie de homogeneidad dinámica en referencia a los propósitos del equipo, es decir, una unidad de coordinación colectiva. Este es un fenómeno sistémico característico del comportamiento colectivo, como ocurre con los rebaños, el enjambre, cuando se mueven como si fueran un solo cuerpo. En la búsqueda de la homogeneidad organizativa, los equipos buscan el equilibrio posicional, para garantizar la identidad y la integridad del sistema colectivo, buscando al mismo tiempo provocar el desequilibrio / desorganización del equipo adversario.

También hay situaciones en las que los jugadores distantes del » centro de juego » ofrecen condiciones para que sus compañeros directamente involucrados en las acciones próximas al balón puedan presionar, tanto ofensiva como defensivamente, al equipo contrario.

Pero para ello, como se pone de relieve Castelo (1994) exige que cada jugador, además de tener consciencia de la superficie del terreno de juego, de sus límites y de sus funciones específicas de base, también conozca las tareas de sus compañeros y se prepare para ayudarles en cualquier situación de juego, apoyando o asumiendo sus funciones.

Además de esto, la aplicación de estos principios y la compactación del equipo obligan al equipo adversario a jugar bajo una fuerte presión técnico-táctica y psicológica, que pueden aumentar las posibilidades de errores en situaciones de juego y ayudar a los jugadores a prepararse para intervenir directamente en el «centro de juego» en cualquier momento o circunstancia, sea por el desplazamiento del jugador en dirección hacia el punto donde está el balón o por el desplazamiento del «centro de juego” hacia el jugador (TAVARES; GRECO; GARGANTA, 2006).

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