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Entrenamiento conductista, no contextualizado = jugadores no pensantes

¨DAR IDEAS ES MUCHO MAS EFECTIVO QUE EXPEDIR RECETAS¨

Cuando empezamos nuestra trayectoria como entrenadores, la mayoría tenemos esa irresistible tentación relacionada con conocer exactamente las situaciones de entrenamiento de éste o aquel equipo. Básicamente, buscamos el formulario metodológico de los que salieron triunfantes. Como la victoria marca la tendencia a seguir, y todos queremos parecernos al que gana, el objetivo no es otro que forjar su aplicación en nuestros equipos, para tratar de ser también ganadores. Somos así, siervos de las respuestas, discípulos de la causa efecto, mendigamos argumentos consolidados, aunque esa consolidación se haya construido en otras condiciones distintas a las nuestras.

Los protagonistas de las sesiones de entrenamiento, lamentablemente, son utensilios que nada tienen que ver con el juego. Vallas, siluetas, conos, picas, chalecos lastrados, incluso paracaídas! , hacen que las horas dedicadas, se supone, a establecer el funcionamiento acorde con las posibilidades descubiertas, hasta convertirlas en regularidades comportamental, se desperdicien en tareas absurdas, sin fundamentos, y que solo tienen como finalidad, controlar las partes que menos trascendencia tienen en el rendimiento. Sobrevalorar ese control, nos hace parecer mejores entrenadores. Con eso, tristemente, nos basta.

Se ha creado una imagen distorsionada de este deporte y su entrenamiento, y hemos  acomodado la ciencia a dicha mentira.

Como expresa Panzeri ¨el hombre tecnológico no va dejando sitio sin invadir con su técnica, su angustia por la seguridad que curiosamente lo hace muy inseguro¨.

Tanto se ha irradiado la codiciosa ficción que los jugadores cayeron en la conclusión más absoluta, dando más importancia a tener intensidad, aguantar los noventa minutos corriendo, pendientes a los kilómetros recorridos por encima de la toma adecuada de decisiones, a ganar los duelos cuando se choca con el adversario, que de jugar de manera ordenada al fútbol. Si los elementos que evalúan el rendimiento de un jugador, se llaman pulsómetros, medidos de lactato, o tapiz rodante, no parece extraño que el fútbol esté agonizando.

Seguimos perdiendo perspectiva cuando consideramos al jugador de fútbol como un ser individual, que actúa como si no dependiese del sistema de relaciones donde queda inmerso. De este modo, y entregados a los placeres reduccionistas, se pone en marcha el entrenamiento individualizado, se miden las distancias recorridas por el jugador con medios sofisticadísimos, las intensidades de sus desplazamientos, para acondicionar el entrenamiento a dichos resultados. Así, cada futbolista tiene diseñado su propio plan de entrenamiento, en función de lo que hace en la competición. Pero siempre desde los parámetros fisiológicos.

Los más avanzados, llevan el entrenamiento personalizado al ámbito táctico. Construir el delantero o el lateral perfecto es el objetivo. Ejercicios, por ejemplo, para optimizar el remate a portería, consistentes en series de lanzamientos contra una portería, condicionadas por su escasa complejidad, como si la finalización de las acciones de ataque no tuviesen dependencia de la forma específica del juego del equipo en cuestión, como si la eficacia en el área contraria no derivara del como está capacitado el equipo para llegar a esos espacios, de la forma en que aparecen dichas oportunidades.

Los ejercicios a la medida de cada jugador sin tener presentes a los demás impiden ¨mantener viva la inteligencia social¨, cuando la gran aspiración se encuentra en aquello que somos capaces de hacer eficazmente juntos para que cada cual exprese su mayor potencial.

La valoración de lo individual encuentra su fundamento en lo que son y como son las relaciones. Por ello, ¨para saber lo que nos interesa y conviene, es preciso conocer lo que somos y también nuestra vinculación don el resto de lo existente¨.

El verdadero entrenamiento específico e individualizado es aquel que hago jugando, interviniendo en los espacios naturales en base a mis características, en consonancia con lo que mejor me complemento, y de la forma que definen nuestros propósitos colectivos.

Observemos al jugador contemporáneo. Atletas que precipitan sus acciones por que sus capacidades están maximizadas en contra del juego. Sujetos impedidos en  la mayoría de los casos, para saber aquello que provoca lo que hacen mientras están jugando al fútbol. (Oscar Cano)

Jugadores más veloces para perder  rápidamente el control del balón, jugadores más fuertes para provocar infinitas infracciones de juego, jugadores más resistentes para aguantar el desorden generalizado por la falta de una idea de juego.

Este es el fútbol que se construye desde hace décadas, ojalá podamos reflexionar que la esencia de este magnífico deporte depende del buen trato del balón, de generar un estilo de juego vinculado a una idea colectiva, con jugadores que entiendan el juego fundamentalmente, para ello necesitamos entrenadores especialistas sí…, pero en la práctica contextualizada en el juego mismo.

Prof. Quique Cesana
GRUPOEKIPO.COM
Lo Esencial….Superarse

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