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Las competencias del Liderazgo

LA AUTOCONCIENCIA


La autoconciencia social. Los Lideres con un buen nivel de autoconciencia emocional conectan sus señales internas y reconocen el efecto que tienen sus sentimientos en ellos mismos y en su rendimiento laboral. Están en sintonía con sus valores de referencia y con frecuencia intuyen cual es la mejor decisión, teniendo en cuenta el contexto general de una situación compleja. Los lideres con autoconciencia emocional pueden mostrarse francos y auténticos, ser capaces de hablar sin tapujos de sus emociones y estar convencidos de sus principios fundamentales.

 

La autoevaluación certera. Por lo general, los líderes con buen nivel de autoconciencia conocen sus limitaciones y sus puntos fuertes, y son capaces de reírse de si mismos. Reconocen con dignidad en qué tienen que mejorar y reciben de buen grado las críticas constructivas y los comentarios sobre su rendimiento. Un autoevaluación certera les permite saber cuándo deben pedir ayuda y en que deben concentrarse para dar nueva fuerza a su liderazgo.

 

La confianza en uno mismo. Conocer bien las propias capacidades que permiten a los líderes sacar el máximo partido a sus puntos fuertes. Los jefes que confían en si mismos pueden recibir con ilusión un encargo difícil. A menudo su presencia se hace notar y hacen gala de una desenvoltura que los faculta para destacar en un grupo.

LA AUTOGESTION

 

El autocontrol. Los líderes con autocontrol emocional encuentran formas de gestionar los sentimientos y los impulsos perturbadores que los asaltan, e incluso de canalizarlos para aprovecharlos. Un ejemplo claro de autocontrol es el del líder que no pierde los nervios ni la lucidez ante un gran estrés ni durante una crisis, o que permanece imperturbable incluso en una situación ardua.

La transparencia. Los líderes transparentes son fieles a sus valores. La transparencia (franqueza auténtica ante los demás con respecto a los que siente, se cree y se hace) hace posible la integridad. Esos líderes reconocen sin problemas sus faltas o sus errores y plantan cara a la conducta inmoral de los demás en lugar de hacer la vista gorda.

 

La adaptabilidad. Los líderes con capacidad de adaptación pueden compaginar varias tareas sin perder no concentración ni energía, y se sienten cómodos con las ambigüedades inevitables de la vida empresarial. Pueden demostrar flexibilidad al adaptarse a nuevos retos, agilidad al amoldarse a cambios inesperados y soltura al reaccionar ante datos o realidades imprevistos.

 

La capacidad de consecución. Los líderes que destacan en capacidad de consecución tienen valores morales bien definidos que los llevan a buscar siempre mejores resultados tanto propios como en sus subordinados. Son pragmáticos y se ponen objetivos medibles pero estimulantes, y se les da bien calcular los riesgos para que sus aspiraciones valgan la pena pero sean alcanzables. Un rasgo de la capacidad de consecución es aprender de forma continuada y enseñar a los demás a mejorar.

 

La iniciativa. Los líderes que se consideran eficientes, que creen que tienen lo que hace falta para llevar las riendas de su destino, presentan excelentes niveles de iniciativa. Aprovechan las oportunidades o sencillamente las crean, en lugar de sentarse a esperar que aparezcan. Son individuos que no vacilan a la hora de simplificar trámites burocráticos o incluso adaptar las normas si es necesario para crear mejores posibilidades para el futuro.

El optimismo. Los líderes optimistas son capaces de aceptar como vienen y al toparse con un revés percibir una oportunidad y no una amenaza. Son personas con una concepción positiva de los demás, de quienes esperan lo mejor. Ver el vaso medio lleno los conducen a esperar que los cambios que traiga el futuro sean para mejor.

 

Extraido del Libro

LIDERAZGO

Autor: Daniel Goleman

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