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Una final para hacer historia

Cruzeiro se fue de La Plata con la satisfacción de haber complicado más de lo previsto a un Estudiantes que si bien dispuso de situaciones claras de gol, también tuvo que sufrir. Alejandro Sabella como es su costumbre, dispuso una dura línea de 4, que no destella en cualidades técnicas pero que se destaca por su efectividad: Christian Cellay, Rolando Schiavi, Leandro Desábato y Germán Ré, tuvieron la misión de proteger la valla del sobrio Mariano Andújar. Delante de ellos, cumpliendo la función de parabrisas a las espaldas de los volantes más adelantados, estuvo Braña. Volcado sobre la derecha, el veloz Enzo Pérez, sobre la izquierda el lanzador Benítez y moviéndose libremente el estratega Verón. Adelante, Gastón Fernández como media punta y Mauro Boselli, lo más cerca posible del arco rival.
El plan de juego del “pincha” era la manutención de la pelota, abanicarla hasta encontrar el espacio justo para que con una incisión de cirujano propia de Benítez o Verón, alguna pelota precisa desembocara en los delanteros o en el sorpresivo Pérez. Es decir, lo de siempre y lo que sus rivales conocen de memoria.
Pero no todo salió según lo previsto, ya que Cruzeiro, desde el primer momento, supo que el negocio era cuidar su valla. Entonces, decidió resignar la típica subida de los laterales Jonathan y Gerson Magrao, enfocando su juego en la marca infatigable de sus volantes, principalmente en la persecución tenaz de Enrique a “la Gata” Fernández, quien más allá del asedio tuvo gran movilidad y supo coordinar una buena pared con Enzo Pérez que terminó en una de las importantes tapadas de la figura Fábio. El arquero, merece una mención especial, porque fue el responsable de ahogarle cada rugido a un león que nunca supo doblegarlo: primero, desvió un tiro libre de Verón, luego la de Enzo Pérez, y rondando los `40 atenazó un disparo desde afuera de la Bruja. Minutos después de esta jugada, Benítez le dio un pase milimétrico a la Gata, que no supo definir ni entregársela a Boselli. Como para completar un primer tiempo de frustración y sabor amargo en las gargantas urgentes de gol.
En la segunda mitad, a los pocos minutos de juego, el inmutable Fábio resolvió bien ante un mano a mano de Boselli y, luego le tapó a Desábato un cabezazo con destino de red.
Esa, fue la última clara de la que dispuso el “pincha” durante media hora. La fricción, la marca férrea, las infracciones y los golpes, favorecían claramente la táctica empleada por los brasileros, que se animaban con el correr de los minutos a manejar un poco más la pelota. Con el ingreso del pibe E. Núñez por Benítez, el D.T. “pincharrata” intentó darle frescura al mediocampo y movilidad sobre la izquierda, pero todo quedó en el intento. El cansancio de los locales se fue vislumbrando en los contragolpes generados por Cruzeiro, que después de un cabezazo de Leonardo Silva apenas afuera, tuvo la más clara del partido en los pies de Cléber. El delantero, después de un mal rechazo de Andujar, con el arco casi vacío, no pudo resolver. Minutos más tarde el peligroso Wellington desvió un derechazo potente por encima del travesaño. Después del asedio visitante, lo tuvo Salgueiro, el reemplazante de la Gata, pero también se fue por un costado.
Estudiantes monopolizó la pelota la mayor parte del partido y ocasionó más jugadas de gol, pero no es menos cierto que Cruzeiro pudo haberse llevado una victoria.
Ahora, se cambiarán los roles, y la hinchada del equipo argentino, bregará para que salga a luz esa esencia de viejas glorias guerreras que acompañó a Estudiantes en su historia copera.

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