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Deserción Deportiva Precoz Primera Parte

UN GRAVE PROBLEMA!!!!: “DESERCIÓN DEPORTIVA PRECOZ”

Desde hace ya bastante tiempo, está instalado entre nosotros, un grave problema, que en determinada  medida, genera grandes conflictos sociales.
La DESERCIÓN DEPORTIVA (en nuestro caso el fútbol), viene siendo un interrogante, que a diferencia de otros, cuenta con una innumerable cantidad de respuestas, todas ellas aceptables y bien fundamentadas. Quizás sea por esto último que se lo magnifique como UN GRAVE PROBLEMA, dado que muchos son los motivos, pero escasas las soluciones, o por lo menos las intenciones de dar tratamiento a dicho planteo.

Seguramente si hiciésemos una encuesta, nos sorprenderíamos de muchos de los problemas con los que cuentan las Instituciones debido al abandono deportivo de innumerable cantidad de jóvenes por diferentes motivos:

  • Los grandes cambios tecnológicos que debilitan en muchas ocasiones el interés del niño por la disciplina deportiva.
  • Son muy pocos los que sienten placer por la actividad que desarrollan; es como una situación de inercia, dado que la vienen desarrollando desde hace tiempo.
  • Cuando las exigencias y los compromisos van aumentando, el interés y la dedicación del joven es inversamente proporcional. Es una situación evasiva, no quiere tareas o labores que le demanden gran dedicación.
  • El poco apoyo por parte de un eslabón sumamente importante en edades tempranas y adolescentes, como lo son los PADRES, o la exigencia a extremos traumáticos.
  • La actividad poco entretenida que brindan numerosos entrenadores, que hacen del JUEGO del fútbol, tan importante en edades tempranas, algo que satura y que muy pocas veces arranca una sonrisa en el niño que la ejecuta.
  • La constante obsesión de encontrar al “GRAN SALVADOR” (tanto para Padres como Entrenadores), en etapas muy delicadas, las cuales, en lo que menos se debería pensar, es en producir insatisfacción por la actividad que desempeña, además de producir grandes cambios emocionales en el sujeto.
  • La enorme cantidad de actividades extra deportivas que los niños desarrollan en una jornada, las cuales muchas veces los marginan de algo tan natural e importante en estas edades como lo es EL MOVIMIENTO. De aquí el elevado porcentaje de obesidad que hoy se encuentra instalado en los jóvenes, caso que en años anteriores no sucedía.
  • Estos, y sin dudas una gran cantidad de puntos más, son los que debemos tomar como interrogantes, y tratar en forma mancomunada de manera de brindar una pronta solución.

ABORDAREMOS ALGUNOS PUNTOS de IMPORTANCIA que DEBERÍAN TENERSE en CUENTA:

Competitividad en la INFANCIA:

ASPECTOS PSICOLÓGICOS de la INICIACIÓN DEPORTIVA:

Nuestra intención no es la de ocupar hojas y hojas con métodos infalibles de entrenamiento para que el niño adquiera o mejore lo antes posible las capacidades físicas o habilidades para un deporte en concreto, ni tampoco los períodos de maduración del niño más óptimos para la aplicación de estos sistemas con la única intención de rendir. Todo esto está muy bien y es necesario, pero de nada nos servirá si no conseguimos que el niño adhiera lo suficiente a la práctica deportiva y abandone en la etapa de la adolescencia. Por otro lado no podemos (o no debemos) someter al niño a presiones excesivas, tensiones o frustraciones que lo lleven al agotamiento y aversión hacia cualquier tipo de actividad deportiva; no podemos olvidar que hablamos de personas que son mucho más sensibles que un adulto.

Si es nuestra intención, por el contrario, la de centrarnos en orientaciones psicológicas a tener en cuenta con los niños que se inician en la práctica deportiva: aspectos motivacionales, causas de abandono, efectos del ámbito deportivo sobre el niño o jóvenes, personas influyentes, etc., así como pautas a seguir para la iniciación del niño en el mundo del deporte no sea traumática y sí satisfactoria, atrayente y beneficiosa.

UNA REALIDAD POCO SATISFACTORIA:

Si repasamos algunas revisiones realizadas sobre iniciación deportiva, nos encontramos con un conjunto de características y problemáticas. De estas revisiones, la de Cruz (1987) destaca fundamentalmente tres aspectos:

  • La falta de trabajos empíricos: curiosamente, a pesar de tratarse de un período de formación muy importante y ampliamente extendido, encontramos que es un área muy poco estudiada. Existen pocas aportaciones y trabajos que orienten a los técnicos-profesores en cómo llevar a cabo la iniciación, esto también lo corrobora Gordillo (1992). Y es un pedido de mucha insistencia de muchos profes que visitan nuestra página.
  • La preparación de los técnicos-profesores: generalmente los técnicos dedicados a la iniciación, en la mayoría de las ocasiones, poseen muy poca experiencia como entrenadores (formadores) y son, o han sido, deportistas. Ello determina que frecuentemente apliquen sistemas y formas de entrenamiento utilizados en adultos, provocando una clara desadaptación de los jóvenes deportistas a estos sistemas. Entrenar en la iniciación normalmente es desconsiderado como un primer paso en la formación de un técnico, que generalmente tiene sus objetivos en poder entrenar en categorías superiores. Esta provisionalidad junto con la poca valoración social que tienen los técnicos que trabajan en este ámbito de la iniciación, contribuye a que no existan programas de entrenamiento consolidados, excepto, claro está, en pocos y contados casos.
  • El alto índice de abandonos: muchas son las razones que lo pueden explicar, de echo ya fueron mencionadas, y luego se tratarán con mayor profundidad.

COMPETITIVIDAD en DEPORTES INFANTILES:

Pretendemos evidenciar, si es o no conveniente este tipo de desafío en niños, como así también la forma de lograr competitividad, y el papel que juegan los distintos agentes del contexto deportivo. ¿La Competición es buena o es mala?

En la actualidad, un sinnúmero de interrogantes aparecen en función de exponer o no a los niños a los efectos de la competición. Existen posturas claramente definidas al respecto, se encuentran por un lado aquellos que sostienen que es ampliamente nociva la competición en edades tempranas, y por otra parte, hay quienes consideran que es la única forma posible de que el deportista se acostumbre a la presión de la competición, y que la misma le resulte satisfactoria.
Personalmente consideramos que existe una confusión en principio conceptual acerca de que es la competición, como se puede buscar la competitividad en niños, y esencialmente como cada uno de los procesos que los niños atraviesan se ven claramente influenciados por los reforzadores externos (presión de entrenadores, padres, dirigentes, compañeros), que terminan configurando el haber acertado  o no con el  proceso.
Consideramos que resulta más operativo utilizar el enfoque de la Evolución Social que realiza Martens acerca de la competición, el cuál considera que la competición es algo más que un suceso único, sino que implica un proceso que abraca varios estadios o fases:

  • Situación competitiva objetiva
  • Situación competitiva subjetiva
  • Respuesta
  • Consecuencias

 

La Situación Competitiva Objetiva, es el desafío de la prueba propiamente dicha, lo cuál incluye un patrón de comparación ya sea con otras personas, con registros personales anteriores o con un nivel ideal de rendimiento.

Por su parte, la Situación Competitiva Subjetiva es clave, y consiste en el modo que la persona percibe, acepta y valora la situación competitiva objetiva.

Factores tales como capacidad percibida, la motivación, la importancia de la situación competitiva y el adversario pueden influir claramente en la evaluación subjetiva del entorno competitivo. El desarrollo de una correcta capacidad de evaluación de la situación competitiva objetiva determinará un estilo de deportista con motivación para el logro, o, competitivo.

Una vez que la persona ha evaluado la situación decide si participar en ella o no, iniciando la tercer fase del proceso de competición que es la Respuesta. La misma se da en niveles conductuales, fisiológicos y psicológicos.

Luego de la respuesta comienza la fase final es decir la comparación de la respuesta del deportista con el patrón de comparaciones. En función de esto, las consecuencias normalmente suelen ser positivas o negativas, las cuales suelen asociarse con el éxito o el fracaso. No obstante es más importante la percepción que el deportista tiene de los resultados que las consecuencias objetivas. Es decir, si el deportista considera que ha elevado su nivel de ejecución, por más que no haya ganado, posiblemente las consecuencias continúen siendo positivas y actúen como incentivo o motivadoras para próximas situaciones competitivas.

Pero también hay que tener en cuenta otro aspecto en esta fase final, especialmente en el deporte infantil, y es la valoración de los terceros cercanos al deportista, Consecuencias. El entrenador, los padres, los amigos o familiares, pueden transformar una valoración positiva del deportista en una catástrofe emocional.
Suele encontrase en ocasiones, que parte del entorno del deportista, vivencia cada derrota de su niño, como un fracaso catastrófico y personal. Indudablemente esta sensación desencadena emociones negativas en el deportista y lo único que propicia es la evitación de la situación deportiva.
Hay dos fases en función de las cuales debemos trabajar ayudando a los niños, y son las fases 2 y 4. una correcta evaluación de la situación competitiva objetiva y consecuencias adecuadas perfilarán sin duda un estado competitivo en los niños deportistas.

Existen mayoritariamente dos estilos formativos en la progresión deportiva del niño, uno es orientado a la ejecución, mientras el restante es orientado al resultado. Resulta necesario remarcar que es imprescindible que la mejor orientación motivacional es aquella orientada hacia la ejecución.

La misma se  caracteriza por la orientación de la persona hacia el esfuerzo por conseguir sus metas, con persistencia a pesar de los fracasos y con la sensación de orgullo por las ejecuciones realizadas. Este estado motivacional de logro en el ámbito deportivo se conoce como competitividad.
La competitividad configura deportistas que tienden a buscar desafíos, que se esfuerzan por conseguir sus objetivos y que persisten en su actividad a pesar de derrotas o lesiones.
Obtienen placer por la actividad que realizan.
¿Cómo se configura la competitividad? ¿Qué debemos hacer? Esencialmente lo primero que debe realizarse es definir los roles que cada uno debe asumir. Es decir, el entrenador es el encargado de formar al deportista y los padres son los encargados de acompañar a su hijo deportista, no de acompañar a su hijo ganador o de abandonar a su hijo perdedor. Todas las consecuencias que obtenga el deportista por su actuación, servirán como energía para continuar o para evitar las próximas competiciones.

Entonces a partir de lo de aquí expuesto, es que tenemos que tratar el tema de las recompensas, los premios y los castigos. Ya sea por parte del entrenador, o por parte del entorno, es esencial premiar el esfuerzo por competir, por mejorar y olvidarse de castigar por resultados adversos. Habitualmente suele suceder que el viaje de ida es placentero y el de vuelta, luego de la competición, resulta un verdadero calvario.

Desde ahí se puede trabajar para formar la competitividad de los deportistas infantiles, premiando sus ejecuciones independientemente del resultado. Trabajando en función de sus ejecuciones mucho más que en función de los resultados obtenidos, para evitar encontrarse con deportistas adolescentes totalmente frustrados y alejados de la práctica deportiva. El riesgo es cuando se equiparan las capacidades físicas y desaparecen los premios, en consecuencia desaparece el placer por la práctica de la actividad. Técnicamente este proceso suele conocerse como agotamiento emocional, y es el producto de castigos por falta de resultados.

En función de lo expuesto queda planteada la pregunta ¿la competición es buena o es mala? Consideremos que la competición es un proceso social, que no es buena ni es mala en sí, sino que depende de los reforzadores que se le apliquen, de la orientación que le otorguen los agentes del contexto deportivo. Mucha gente obtuvo gran placer por competir, de la misma forma que otras obtuvieron frustraciones y displacer.

Es este el desafío que nos queda planteado a todos aquellos que formamos parte del entorno deportivo, no sólo lograr formar campeones, sino conseguir que la base de la pirámide deportiva resulte cada vez más grande.

ASPECTOS PSICOLÓGICOS GENERALES DEL DEPORTISTA INFANTIL:

  • Lo más importante para el entrenamiento deportivo con niños, consiste en desarrollar y mantener la alegría.
  • No pensar que cada práctica/clase será “aburrida”.
  • No debemos sobrecargar a los atletas buenos, ni sobrecargar a la capacidad del niño y no viceversa.
  • Los contenidos de los entrenamientos se han de adaptar a la capacidad del niño y no viceversa.
  • Una tarea pierde sentido para los niños cuando éste no entiende su necesidad.
  • División de los modelos motores complejos en partes reconocibles y valorable para niños que entrenan.
  • Revaloración de los objetivos motrices parciales y rudimentarios, respecto a objetivos motrices detallados y finos.
  • Revaloración de competencias y pruebas preparatorias a la participación en competencias oficiales.

 

ALGUNAS ORIENTACIONES GENERALES:

La propuesta de la variación de actividades tiene como principal objetivo, sacar a los niños de las tensiones y rutinas del desgaste psíquico y motriz que produce el deporte elegido en forma específica, especialmente cuando existe poca información fundamental sobre las características biológicas, morfológicas (músculo, huesos) y fisiológicas, que deben tenerse en cuenta para el desarrollo de una determinada actividad deportiva.

Ocurre que por esa falta de información, es ver muy frecuente como se le atormenta al niño sometiéndolo a una dieta, supuestamente adecuada al deporte que practica, generalmente muy exigente, privándolo de ingerir alguna golosina o alimento de su gusto, con la excusa de ser la única forma de obtener un “buen rendimiento”. Como si el niño fuera un deportista de elite.

La realidad es que el niño es nada más ni nada menos que eso, un niño, que cuando deje de serlo, eso sucede a partir de los 12 a 14 años de edad, es cuando se comienza un trabajo con proyección de máximo rendimiento.

Los adultos tal vez conozcan los secretos más avanzados sobre técnica, táctica y estrategia y desean transmitirlo a sus hijos o a sus dirigidos, sin considerar que determinados conceptos y actividades son imposibles de asimilar por los niños, precisamente por su carácter de tal; tan inútil como intentar transferir vivencias personales no acordes con su nivel de maduración. Nunca se debe cometer el error de aplicar los métodos de entrenamiento para adultos en jóvenes.

Uno de los principales problemas a tratar son las relaciones del niño deportista con las personas que lo rodean, ya sean padres, técnicos, dirigentes, etc. La tarea con ellos es la de educarlos para que su propio exitismo o fracaso como deportistas, no lo proyecten a sus hijos o dirigidos, sino para que aporten sus conocimientos y experiencias positivas (quizás una de las tareas más complejas).

Es muy lamentable que dirigentes, técnicos, delegados o conductores de grupos les interese más el nombre de la institución y el prestigio, que la formación adecuada de sus deportistas, por lo que no escatiman esfuerzos para lograr resultados “positivos”, que por otro lado le permite mejorar sus antecedentes personales y mantener o mejorar su relación con la dirigencia (pasa en mucho más lugares de los que nos podemos imaginar).

PRÁCTICAS DEPORTIVAS:

En la etapa de la niñez, estas prácticas, se inician con la escolarización obligatoria, pero a medida que se va creciendo, los aspectos lúdicos del deporte van cobrando importancia y este comenzará a ocupar parte de su tiempo libre.
Según el Lic. Jorge Gómez en su libro “La Actividad Física, Salud para la Vida”, nos dice que las actividades físicas son aquellas prácticas que se orientan hacia la liberación de la agresividad y el sedentarismo. Buscan la consecución del descanso personal y el restablecimiento del equilibrio psicológico.

La actividad física ha dejado de considerarse un aspecto complementario para la promoción y mantenimiento de la salud. Hoy se plantea integrada a la vida de todas las personas.

Podemos incluir los beneficios relacionados con la práctica de alguna actividad física:

  • Existe una influencia positiva en el control del peso y la distribución de la grasa corporal.
  • Se revierte en los sedentarios, la tendencia a la dependencia, logrando una vida más independiente, mejorando su humor y participación social activa.
  • Se alivian los síntomas de depresión y ansiedad, elevando la calidad de vida a partir de mejorar la salud.
  • La vida activa en la fase escolar produce varios beneficios, como un mejor rendimiento académico, aumento de asistencia a clase, disminución de comportamientos inadecuados, mejora la relación con los pares, aumenta la responsabilidad y mejora el nivel de aptitud física general.

Por lo dicho anteriormente, tanto en el niño como en el joven, la educación debe ser desarrollada en forma integral, tanto en el cuerpo como en la mente; así como también para que se inicie en la práctica deportiva, será necesario que haya alcanzado un mínimo desarrollo psicomotor e intelectual para comprender mínimamente las normas y reglas que rigen las actividades físicas.
La educación física iniciada precozmente ejerce una gran influencia en el buen desarrollo morfofuncional, para la fuerza física, la agilidad y la destreza. (en lo escolar, en la mayoría de los casos la educación física es muy deficitaria).

Los objetivos de la educación física deben ser:

  • Para los niños una diversión o actividad placentera.
  • Para los padres un agente para formar el carácter, alcanzar una buena salud y desarrollo físico armónico de sus hijos.

 

Pero estos objetivos se modifican por un deporte competitivo y de rendimiento cuando prevalecen otros intereses sobretodo comercial, de una realidad socioeconómica actual.
Es sano que los niños compitan entre sí, traten de mejorar sus habilidades, pero de ninguna manera es bueno, que inducido por los mayores, jueguen a ganar a toda costa, a burlar el juego honesto y a renegar de la derrota y no de tratar que esta sea una forma de corregir y crecer dentro de parámetros razonables.

En el deporte competitivo se exige demasiado entrenamiento al niño a costa de su tiempo libre (actualmente un serio inconveniente), de su tiempo de descanso y de su tiempo de estudio, produciéndose el abandono de los mismos y la dedicación al deporte profesional a edades cada vez más tempranas, pero con la potencialidad cada vez más frecuentes de la saturación deportiva.

Al igual que los niños que trabajan, lamentablemente los adultos disponen de la niñez de estos, por consiguiente los responsables para que el deporte en la infancia y la adolescencia no cumpla con los objetivos para el que fue implementado son:

  • Padres en busca de trascendencia social y económica.
  • Una sociedad constituida sobre modelos exitistas.
  • Docentes, profesores y entrenadores, ávidos de apetencias personales y de reconocimiento social, institucional, etc.
  • Dirigentes y empresarios afanosos de realizar mega operaciones comerciales e institucionales.

 

La educación física como disciplina netamente pedagógica, utiliza al juego y al deporte para lograr su fin, que es el desarrollo integral del niño sobre todo en el área psicomotriz, es decir, la educación física y el deporte no son sinónimos.

Nota: actualmente la Educación Física Escolar, no tiene el valor de años atrás, en la actualidad esta área tan importante pierde su protagonismo porque la Institución misma atenta contra su desarrollo lógico (falta de espacio, de materiales, etc, etc), hacen que la misma sea la materia más agradable y esperada en su gran mayoría, pero NO la que cumplía con verdaderos estímulos semanales en el aspecto físico.

El juego, es una forma de actividad física y una expresión propia del chico, es parte de su vida diaria y un precioso elemento didáctico para el profesor/entrenador.

El deporte, en cambio, es un juego con reglas, un ejercicio físico que se practica con el fin de superar una marca, vencer a un adversario, generalmente frente al público y sujeto a reglas estrictas.

DIFERENCIA entre JUEGO y DEPORTE:

Las mismas DEBERÍAN RESPETARSE hasta la edad de 12 años. UD. LO HACE?

JUEGO

DEPORTE

Libre, creativo y espontáneo.

Reglamentado y programado.

Reglas simples a la medida del niño.

Reglas estrictas.

Ejercitación de destrezas básicas.

Ejercitación de la técnica y táctica específica.

Contenido lúdico.

Contenido netamente competitivo.

Provoca placer y alegría.

Provoca placer o disgusto, tensión/stress.

Sin público, sin padres.

Con público.

No hay compromisos ni responsabilidades.

Existen compromisos.

El juego es igualitario, todos pueden, gordos, bajos, torpes, hábiles.

Es relativo, compiten los más aptos.

En resumen el niño necesita mucho juego espontáneo, sin obligaciones competitivas y con sus padres y familiares actuando en su apoyo, como que son ellos naturalmente los partidarios más entusiastas del futuro deportista.

Este período es en síntesis el de la maduración a través del juego expresado por la actividad física y concluye cuando se inicia la pubertad.
Podemos enumerar efectos beneficiosos y perjudiciales del deporte a nivel psicológico si hablamos de deporte recreativo y deporte competitivo.

DEPORTE RECREATIVO

DEPORTE COMPETITIVO

Educa.

Hay un estrés propio de la competencia.

Enseña a superarse.

El resultado conlleva presión.

Ayuda a relacionarse.

Al haber mayor presión, se eleva la agresión.

Eleva la calidad de vida.

En el mismo sentido se eleva la ansiedad.

Ayuda a liberar impulsos agresivos.

Puede mermar la motivación.

Mantiene alta la motivación.

Disminuye la autoestima fabricando fracasos.

Mantiene alta la autoestima.

Se puede convertir en adicción.

Disfrute y placer lúdico.

No es buen destino para el ocio.

Es un buen destino para el ocio.

Se aplasta el disfrute.

Colabora en el desarrollo afectivo, social, intelectual y motor.

Aumenta la vulnerabilidad a las lesiones.

Eje puesto en el desempeño y no en el resultado.

Aumenta el riesgo de abandono.

Ayuda a interiorizar reglas.

Se fomenta el individualismo.

Cooperación y sociabilización.

Se pierden las relaciones amistosas.

Gratificaciones.

Genera pesimismo.

Puede aliviar estados de ánimo adversos.

Genera frustraciones.

Busca mantener el aspecto físico potenciando el optimismo y el auto concepto.

 

Produce un efecto distractor y relajante de la cotidianeidad a nivel mental.

 

Alivia tensiones corporales.

 

La inclusión en la competencia de categorías infantiles, deportiviza a los entrenamientos mismos, haciendo de estos algo realmente estresante. (Cuando decimos deportiviza, utilizamos la acepción negativa de la misma que cita Lawther (1978)).

El desarrollo de los niños deportistas y su participación en competencias serias, afrontan un problema común en todo el mundo. Los riesgos de una especialización prematura, son un hecho lamentable, ya que un entrenamiento unilateral con el objetivo de lograr el éxito en las competencias puede llevar a resultados desastrosos. Ahora es algo aceptado universalmente que existen peligros en la especialización a edades tempranas, cuando se tienen el propósito de alcanzar máximos rendimientos y record en categorías infantiles. El riesgo es real y no tenemos en cuenta las advertencias.

Se han arruinado con frecuencia la carrera promisoria de niños atletas, quienes tenían el potencial para llegar a ser deportistas de elite cuando alcanzasen la adultez.

Hay que tener en cuenta la enorme carga física y emocional que se coloca sobre los sistemas funcionales del organismo de los jóvenes deportistas, quienes además tienen un alto nivel de excitabilidad, un relativo bajo nivel de funcionalidad cardiorrespiratoria y un poco económico gasto de energía.
La gran participación en competiciones, tiene como consecuencia crónicos estrés físicos y psicológicos.

El hecho de sobresalir y ganar y un calendario de competiciones exigentes, es lo que nos lleva a una especialización prematura.

Todo esto se vería revertido si el planteo se limitara a desarrollar bases multilaterales que serán importantes para el logro de máximos rendimientos en el futuro, así se evitaría también que algún adolescente talentoso se retire de la actividad al enfrentar un prolongado estancamiento del rendimiento producido por grandes cargas competitivas.

Y por último, no debemos olvidar que las competiciones de los jóvenes, no deben ser Test rigurosos y desagradables, sino momentos especiales que permitan disfrutar del esfuerzo físico sin que prevalezca un interés desmesurado por el triunfo.
En más de una ocasión, hemos observado a niños con destacado nivel de rendimiento atlético en categorías pre-infantiles (10-11 años) o infantiles (12 años) a quienes podríamos calificar con justicia como verdaderos talentos. Pues bien, si ese rendimiento fuera el resultado de sus  condiciones innatas, no podríamos poner mayores objeciones pero, si dicho rendimiento fuera la derivación de un entrenamiento excesivo para la edad, aplicando estímulos no acordes con un desarrollo biológico, nos encontraríamos con una aceleración del proceso enseñanza-aprendizaje y del rendimiento, que sólo logra agotar las reservas físicas y psíquicas y como consecuencia acorta el período de vida útil del niño atleta.

Es evidente que sólo la falta de información específica, o excesiva ambición o ansiedad del docente/entrenador a cargo son las causas de este equivocado enfoque.

En el desarrollo total de los niños no podemos esperar una evolución continua, sino mesetas de rendimiento e incluso retrocesos ocasionales.
Hay momentos de la vida infantil en los cuales se ven momentos de desarrollo rápidos y lentos, incluyendo también los que se caracterizan por una ausencia temporal de progresos (este punto es algo que sólo entienden las personas capacitadas, NO CUALQUIERA). Los períodos de desarrollo positivos se conocen como “Fases Sensibles” y los estancamientos y retrasos como “Fases Críticas”.

Los docentes y entrenadores que trabajan con niños, deben tener en cuenta estos conceptos de alternancia y no tratar de enfrentar esta formación por mesetas echando mano a entrenamientos extenuantes.

Considerando que: la actividad física es salud, el ejercicio es “vida”, por lo tanto el deporte debería ser educación.

Nuestras observaciones, quizás empíricas, pero sí muy conmovedoras y comprometedoras, nos han llevado a detenernos en la afirmación de José M. Cagigal:
“La educación física ha sido reemplazada por la educación deportiva desmedida”.
Afirmación esta, que respaldada por nuestras observaciones nos han permitido atrevernos a expresar qué: “En este mundo globalizado que hoy nos toca vivir, el deporte competitivo y por ende violento en su gran mayoría, ha reemplazado al verdadero deporte infantil, educativo y favorecedor de la convivencia”.
Es oportuno destacar que nuestras observaciones del deporte infantil, en nuestro caso particular en el fútbol, se han realizado en el ámbito deportivo, pero en distintas oportunidades, especialmente en nuestra página y además en mucho de los cursos que asistimos o dictamos referente a este tema, hemos recogido la preocupación de los colegas que comparten nuestras apreciaciones y preocupaciones por la dimensión a la que se ha llegado en este problema de la DESERCIÓN DEPORTIVA.

Expresaba el prestigioso autor Jean Piaget:
“Cuando veo a un niño, él me inspira dos sentimientos, ternura por lo que él es, y respeto por lo que puede ser”

Nos preguntamos: ¿Qué ternura y qué respeto se consideran para la niñez desde la perspectiva del deporte infantil, el cual se desarrolla dentro de un marco altamente competitivo?

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